EDITORIAL    

Trabajo coordinado en los municipios



En estos días tomaron posesión de sus cargos los nuevos alcaldes y concejales, la población espera que haya un trabajo eficiente, eficaz, honesto y responsable que efectivamente sirva a ciudades y pueblos, que no se desmerezca labores de las que fueron autoridades y no se pretenda que lo nuevo es lo importante, sin importar lo realizado, por bien hecho que esté. Se espera que haya honestidad al juzgar lo que ya esté hecho y no se piense que recién la nueva autoridad pueda hacer algo digno; es preciso partir de que toda persona, por principio moral, puede y debe obrar honrada y responsablemente, que todo lo que haya estado bajo su responsabilidad puede responder y ser necesario y urgente; es decir, no prejuzgar y concebir la idea de que “todo está mal”, cuando a simple vista se establece lo contrario y no hay motivo para reproches.

Quienes asuman cargos en próximos días deberán hacerlo con el propósito de demostrar eficiencia, eficacia, honestidad en lo que hagan; que no lo hagan con la idea de ser perfectos porque no lo son, son seres humanos sujetos a falibilidad, como cualquier otro. Entonces, que actúen con el mismo sentido de caridad que tendrían para sí mismos al juzgar conductas y comportamientos de los demás. Sería tiempo de que los políticos que asuman cargos municipales renuncien a su petulancia de creer que su nueva situación los hará irremplazables y capaces de labores perfectas; que entienda que estarán al servicio de ciudades o pueblos y están obligados a comportamientos honestos y responsables.

Hace pocos días, algunos “electos” han mostrado actitudes negativas al denigrar o siquiera criticar, drásticamente, las labores de a quienes reemplazarán; esa conducta no es digna, mucho más si no se ha comprobado debidamente lo comentado, tan solo por mostrarse dignos de la función a asumir. Ocupar un sitial en la administración pública o privada debe ser motivo de satisfacción y honra personal, no se lo puede utilizar para disminuir a alguien, especialmente cuando no se tiene pruebas de comentarios antojadizos que lastimen honra y dignidad ajenos. Respetar a los demás es hacerlo a sí mismo, y es, a la vez, cultivar y merecer el respeto ajeno, especialmente cuando se cumple el tiempo de una misión encomendada y que ha sido circunstancial.

Las municipalidades --y, a su vez, las gobernaciones-- tienen que trabajar atendiendo y sirviendo las funciones encomendadas; ya que el cargo no debe estar a su servicio sino de las ciudades, pueblos y provincias; lo contrario es petulancia y deshonestidad. Es importante comprender que el trabajo en servicio del bien común es --debe ser--honroso y, por ello mismo, pasajero y circunstancial que debe cumplirse a cabalidad. En toda gestión, quienes cumplen una función deben hacerlo con eficiencia, eficacia y honradez; de otro modo, por cualquier conducta indebida, ésta debe ser sancionada con drasticidad, con miras a sentar precedentes y llegar a un final digno, pues toda misión cumplida es prueba de amor, respeto y responsabilidad.