OPINIÓN    

Ante factum no hay argumentun

Luis Antezana



La discusión en torno a la definición de los sucesos de noviembre de 2019 se ha convertido en un debate semántico y dejó de ser un análisis serio sobre asuntos de importancia. Solo gira sobre el uso de palabras. Ya dura ya más de un año y seguirá así porque no refleja temas de fondo, sino solo palabras. Lo único que puede poner fin a esa discusión absurda es remitirse a los hechos, por duros que fuesen.

¿Qué pasó en los hechos en noviembre de 2019?

Una larga crisis, originada en muchas causas de enorme cuantía, como el desconocimiento de la soberanía popular, expresada en el referéndum del 21 de febrero (21F). Se provocó entonces una situación política revolucionaria que estalló en las elecciones nacionales de octubre de 2019, denunciadas de ostensibles indicios materiales de fraude. Esos antecedentes determinaron, entonces, una insurgencia social en la que participaron millones de personas en las calles. No fue fruto de la imaginación, ni muchísimo menos. Fueron hechos innegables, palpables.

Ese movimiento social se transformó en insurrección y obligó a Evo Morales a fugar al Chapare, hecho al que se sumaron otros como la renuncia al poder y fuga a México de los dos capos del gobierno derribado. Esos fueron actos reales, sin duda, y resultado lógico de la insurrección triunfante.

El único hecho visible fue la insurgencia armada con banderas y petardos, protagonizada por el pueblo que se movilizaba a lo largo y ancho del país. Ninguno de esos actos fue imaginario, ni mera intención. No fueron invento de la mente de nadie, no fueron sueños, fueron hechos que vio el mundo con sus propios ojos. Hasta entonces no hubo, ni muchísimo menos, golpe de Estado. ¿Alguien vio un asalto al Palacio? ¡Nadie!

Para entonces, ¡eso sí!, se había producido la insurrección “interruptus”, abandonada por los supuestos propiciadores de la crisis que mataron el tigre y se corrieron del cuero. Esa capitulación produjo, entonces, un aborto de gobierno, parecido el parto de los montes que produjo un ratón. No fue obra de un golpe de Estado, sino de una necesidad histórica, porque no había gobierno y no se puede dar golpe a lo que no existe. Sus jefes habían renunciado dos días atrás ante la vista pública mundial; estaban en México, a siete mil kilómetros de distancia. No se puede tumbar una puerta abierta, dar un golpe a algo inexistente, matar a un muerto.

El vacío de poder debió ser obligadamente llenado por un gobierno provisional, como exigían las circunstancias. Ese fue otro acto del proceso de cambio, por bueno o malo que fuese.

De esos hechos, percibidos por el mundo entero, realizados por masas populares en todo el país, de cualidad de verdad objetiva, se deduce que el gobierno de Evo cayó por gravedad, como efecto de una insurrección victoriosa y no por golpe de Estado, porque solo los hechos tienen valor y no los pensamientos subjetivos.

Opinar en forma contraria es falsedad, idealismo subjetivo, como ocurre con otras consignas y frases hechas emitidas para engañar a ingenuos y descreídos, o como aceptan a ojo cerrado serviles seguidores de esa forma de pensar. No perciben bien lo que ocurre y si transmiten sus sensaciones al cerebro, éstas llegan a ese órgano para sacar conclusiones erróneas, fantasías, no la verdad.

En ese sentido, solo los hechos determinan el conocimiento de la verdad. ¡Ante factum no hay argumentum!

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