El catarí Nasser Al-Attiyah (Hummer), el más risueño entre todos los pilotos del Dakar, llegó hoy al campamento de Fiambalá con el rostro desencajado.
Un error de sus mecánicos al amarrar la rueda de repuesto del Hummer le hizo perder más de 26 minutos que lo alejan irremediablemente de la posibilidad de revalidar el triunfo de 2011.
Al-Attiyah ha tenido problemas en tres de las cinco etapas disputadas hasta el momento. En dos ocasiones sufrió averías mecánicas y en la otra la culpa fue del piloto.
“El equipo no está a un buen nivel en este Dakar”, dijo Al-Attiyah, visiblemente contrariado con el trabajo del equipo Speed, propiedad del estadounidense Robby Gordon.
Al llegar al campamento, Gordon, que finalizó la quinta etapa en segunda posición con el otro Hummer, se acercó a conversar con Al-Attiyah.
Los mecánicos quitaron las chapas de la parte trasera del Hummer y los neumáticos de repuesto quedaron a la vista. Al-Attiyah y Gordon intercambiaron algunas impresiones, aunque no parecían en la misma sintonía.
Al-Attiyah y su copiloto español Lucas Cruz explicaron que a pocos kilómetros del final de la especial de hoy una de las ruedas de recambio del auto se soltó del enganche y rompió el tubo que lleva agua al radiador.
El vehículo se calentó y tuvo que detenerse cuando el catarí casi saboreaba una contundente victoria que suponía un golpe en la mesa antes de navegar por las dunas del desierto de Atacama, un territorio que Al-Attiyah domina como nadie.
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