Colonialismo estatal

Al igual que en infinidad de países del mundo, en el nuestro también debemos soportar una especie de “colonialismo estatal”, uno porque las disposiciones aprobadas a favor de las autonomías indígenas no se cumplen, y otro porque lo relativo a tan sensible como determinante tema no es manejado de una manera amplia y abierta al consenso colectivo.

“Un ejemplo de lo que acontece al respecto se da cuando los articulados relacionados con las mismas no están siendo cumplidos, como lo que tiene que ver con las formas de producción”, sostiene Maximiliano Flores, uno de los representantes de los productores del departamento de La Paz, ante la situación por la que atravesamos y que bien puede denominarse como de crisis alimentaria.

“Los artículos 202 al 209 de la autonomía indígena no son ejecutados como se debiera y esto nos llena de incertidumbre”, explica Flores, quien está organizando a propósito un encuentro por demás importante de los sectores productivos, a realizarse el 13 de este mes en instalaciones de la Cámara Nacional de Comercio.

“No nos queda otra como país que organizar a los productores a nivel nacional, porque en La Paz ya se han dado casi todos los pasos y ahora nos encontramos en un franco proceso de avance hacia la reactivación de este primordial aparato productivo, muy descuidado en casi todos los tiempos y particularmente en los últimos años”, enfatiza.

Según esta persona vinculada a tales actividades por demás prioritarias, cuando evidentemente se habla del descuido y el relegamiento de las mismas en Bolivia, y particularmente en el área occidental, sólo con la debida organización de todos los factores de la producción se podrá garantizar la soberanía alimentaria en el país, evitando de tal suerte esa especie de colonialismo estatal.

“Debe existir una sola comunidad productiva, dejando de lado 36 naciones, ya que quizá en la actualidad cada cual tira para su lado; esto para la construcción de una verdadera nación que pueda abastecer y dar de comer a todos sus hijos, los que a su vez deben dejar de lado la ociosidad, tales como los bailes en los 365 días del año”, puntualiza.

Dialogando, como es habitual, se llega a muchas conclusiones y entre ellas a que se debe marchar insoslayablemente hacia la construcción de una denominada “sociedad productora” porque, lamentablemente, como hoy nos encontramos siempre tendremos problemas con el abastecimiento y el precio de los artículos componentes de la canasta familiar.

Entonces, desde las esferas gubernamentales se tiene que apoyar decididamente a los actores productivos de todo orden e incluso se tendría que estimular una “alianza” entre consumidores y productores con la finalidad de evitar a los voraces intermediarios, que de una u otra manera son los causantes del encarecimiento de los productos de la canasta familiar.

Conversar sobre estos tópicos con Max Flores cierto que da para mucho, y de ahí que es menester recordar evidentemente que casi en todas las esferas de decisión no se estaría tomando con mucha seriedad y atención a estos sectores productivos -al menos es lo que se puede percibir de los más-, existiendo consecuentemente al respecto una serie de preguntas no respondidas por quienes debieran estar llamados a ello. ¿Qué sucede con la instalación de un mayor número de mercados campesinos, donde toda transacción y comercialización debe darse directamente del productor al consumidor? ¿Qué apoyo técnico, logístico, económico, etc. se les está brindando, hablando de la dotación de terrenos, maquinarias y otros? En esos niveles sin embargo queremos creer que sí pergeñan soluciones.

No deja de ser irrefutable que hablar de una alianza entre consumidores y productores no es algo tomado por las mechas, sino, por el contrario, un objetivo que debe ser buscado hasta concretarlo, puesto que bien se sabe el papel de la intermediación que continuamente -porque esa es su razón de ser- está buscando prioritariamente el lucro, e inclusive las ganancias desmedidas, exageradas o fuera de lugar, sin importar cómo y por demás de modo desfachatado.

Bien se dice que todos tienen derecho a ganar, más en el negocio o comercio, pues quien invierte lo hace para ello, pero que las ganancias tienen que ser razonables es otra cosa, ya que no se trata de esquilmar aún más los esmirriados bolsillos y la ya maltrecha y depauperada economía de los que menos poseen, que son las mayorías del país.

El intermediario, como dijimos en una nota anterior, goza por el contrario de muchas facilidades para sus actividades exclusivamente “mercantilistas” o “metalizadas”, como afirman muchos. Se le dota de sitios para su “trabajo”, mercados amplios, se refacciona muchos o se construye otros modernos.

En suma, por donde se vea tiene varios factores a favor, en tanto el productor, pequeño o mediano, está virtualmente librado a su suerte, resultando que cuando arriba a los centros poblados es objeto de acaparamiento de sus productos por parte de los comerciantes, puesto que no encuentra un lugar adecuado para expenderlos.

El tema da para mucho más, pero lo retomaremos cuando nos interioricemos con mayor profundidad sobre los planes y objetivos a ser trazados en el encuentro al que hicimos referencia y que tiene, según sus organizadores, una noble finalidad de la también hoy nos hemos ocupado.