Urbano


“Inanición. Complicado término que culmina muchas vidas y no sé si sea una exageración pero estoy a un pelo de tenerla. Día larguísimo de trabajo que terminó omitiendo el almuerzo de cierto gustoso gourmet que, junto a otras artes no tan bien habidas, disfruta al máximo de uno de los mayores placeres que esta efímera vida ofrece. Como ya va a ser hora de salida tengo que realizar un concienzudo escaneo mental sobre los lugares más acorde a mí. No me refiero a mi condición de persona de clase alta - media – baja sino a lo que la billetera mande. En lo que me concentro, Dagoberto, compañero de pega y de lances poco caballerosos que ahora no competen, me informa sobre un misterioso sujeto que labura en la miraflorina calle Díaz Romero que por un muy módico precio brinda un verdadero banquete gastronómico capaz de llenar buches de importante tamaño. No esperes que te atienda bien, menos si hay fútbol, pero la comida da de sí – asevera Dagoberto en lo que el hambre ya me juega malas pasadas visuales y sonoras. Hoy no hay fútbol entonces su humor seguramente estará bien… además si le va tan bien como se me ha informado, no veo por qué estar de mal humor. En fin. Al momento de salir del trabajo logro fugar antes que nadie y casi no me ven el rastro. Muy contra mi costumbre tomo lo primero que aparece cuando estiro la mano. Es un taxi que muy acorde con sus sacres nuevos pseudo tarifarios me lleva a mi destino. Me quedo pensando en ese recalcitrante refunfuñón de aurinegro corazón del cual me habló mi compa. No puede ser tan malo – pienso en lo que logramos eludir la trancadera. Es la hora, estoy a una escasa cuadra para empezar otro calvario. Al llegar al quiosco de tan ilustre expendedor de hamburguesas, salchis y lomitos me encuentro una cola de magnitud pero no hay marcha atrás. Cuarentaicinco minutos estoicamente aguanto la fila, muchos han desertado y a otros los han desertado. No era ninguna exageración la advertencia sobre el voluble carácter de este sujeto. A los que no tenían sueltos los despachó sin anestesia; a los que miraba a la cara y no le gustaba, también. Llega mi turno y realmente me pongo nervioso ante tan díscolo funcionario de atención al cliente. Bueno, teniendo en cuenta que más bien portaba bastantes monedas e hice caso omiso a los despropósitos del Nazi, como muchos lo conocen, y al final todo valió la pena… en definitiva puede no ser el más limpio, el más educado, el más simpático pero su hamburguesa sí es de lo más rentable que he comido en tiempo. Lástima que quiero repetir porque la cola ya casi dobla la esquina”

Publicidad
Portada de HOY

JPG (690 Kb)      |       PDF (181 Kb)


Publicidad
Editorial

Opinión

Santa Cruz ignorada

[Manfredo Kempff]

La economía de Bolivia y la ESM

El rugido interior del dragón

[Harold Olmos]

La “nueva justicia” con nuevos riesgos

El gas que necesitamos

[Humberto Vacaflor]

Copacabana abandonada

[Aldo Luna]

Ley retrógada


Portada Deportes

JPG (785 Kb)      |       PDF (152 Kb)


Caricatura

Impunidad