Punto aparte
Alberto Zuazo Nathes
Un abismo separa a la economía de Bolivia con la Economía Social de Mercado (ESM), que se aplica exitosamente desde 1948 en Alemania. “Los motores de la economía (de Bolivia) están apagados”, fue la conclusión central de Iván Velásquez Castellanos, doctor en economía (PhD), al comentar los alcances del libro “Una mirada a la teoría, a los modelos económicos y a la Economía Social de Mercado”, cuya entrega por la Fundación Konrad Adenauer S. (KAS), se cumplió el 30 de noviembre de 2011, en el hotel Europa.
Anteriormente, dediqué dos columnas a la descripción de dicha obra, la que, según explicó la KAS, tiene como objetivo analizar y reflexionar sobre la problemática económica, social y política nacional, a partir de los postulados de la ESM y de esta manera plantear soluciones fundamentadas y opciones que permitan resolver los problemas de Bolivia, que se arrastran sin un horizonte claro y viable en los casi 30 años de democracia en el país.
Esta vez, mi empeño está dirigido a visibilizar los factores que inciden en el atraso económico y social de Bolivia, sobre la base del análisis que realizó Velásquez al libro mencionado y la situación prevalente en el país, en los últimos tres decenios.
Al extraer la conclusión citada en el primer párrafo, se sustenta en tres pivotes centrales: a) La pobreza es un reflejo de la crisis y la crisis no se soluciona con paliativos enfoques de corto plazo, b) Sin viraje estratégico no hay crecimiento y c) Las grandes decisiones tienen que adoptarse como políticas de Estado, a lo que habrá que añadirse que deben ser producto de un consenso de la pluralidad política y social del país.
Al respecto, las lecciones de la ESM establecen -dijo Velásquez- que las condiciones que permiten desarrollar una actividad económica fructífera son el orden jurídico, la seguridad interior y exterior, la infraestructura y la educación. Estos principios se complementan con el adecuado funcionamiento de los mercados, sobre la base de la competencia justa, política ambiental, estabilidad de la moneda y la corrección de los resultados obtenidos en el mercado, como son las crisis coyunturales, estructurales; y la distribución social del ingreso.
El expositor sostuvo que en Bolivia, desde el inicio de su vida republicana, las políticas económicas han sido implementadas sin visión de largo plazo. Los planes, estrategias y programas se aplicaron en función de la coyuntura. Tampoco se ha identificado o a habido un modelo económico de desarrollo boliviano que haya perdurado en el tiempo o haya sido la base de una estrategia de desarrollo sostenible.
Como resultado de tales disfunciones, “Ningún modelo en Bolivia resolvió el déficit de crecimiento, el déficit de empleo, el déficit fiscal y el déficit de equidad económica y social”.
En contraste, la ESM promueve el desarrollo humano colectivo, partiendo del concepto de que es un camino, no un modelo, y se sustenta en una postura ética y normativa, con lo que se consigue el ordenamiento institucional, la existencia de libertades democráticas e igualmente la solidaridad y subsidiaridad.
En este orden, las bases sustantivas de la ESM constituyen una síntesis de la tradición político-económica liberal (derechos individuales, republicanismo, mercado), recoge la tradición del pensamiento social-cristiano (dignidad humana, justicia social, solidaridad) y hace que tanto el mercado como el Estado deben estar al servicio de la persona humana y de sus asociaciones más pequeñas, no al revés.
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