EL PAÍS.- El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, ha llegado ayer por quinta vez a América Latina para emprender una gira relámpago de cinco días por Venezuela, Nicaragua, Cuba y Ecuador, en busca de apoyos políticos y económicos que le permitan sortear el cerco impuesto por Occidente a causa de su programa nuclear. Como en las cuatro oportunidades anteriores, Ahmadineyad ha comenzado su visita en el despacho de Hugo Chávez, el presidente que hace seis años le abrió al régimen de los ayatolás las puertas de la región y que junto a él predica la misma retórica antiimperialista contra Estados Unidos.
“La cultura de los pueblos de esa región y sus demandas históricas son parecidas a las del pueblo iraní”, declaró Ahmadineyad antes de partir junto a tres de sus ministros hacia estas cuatro naciones que se declaran socialistas. “El pueblo de Latinoamérica ha tenido un pensamiento anticolonial y ahora se ha levantado y resiste frente a los excesos del régimen de opresión”, agregó. Fuera del periplo queda Brasil, que se ha desmarcado ostensiblemente de Irán desde que Dilma Rousseff asumió la presidencia.
En medio de tensión
El viaje de Ahmadineyad ocurre en medio de la agitación militar de las aguas del Golfo Pérsico, cuando la economía iraní, en números rojos, no parece estar para muchos viajes, y cuando las disputas internas corroen al régimen.
Hace apenas una semana, el 2 de enero, Teherán anunció el éxito de sus maniobras militares en el estrecho de Ormuz, el canal de salida del 40% de la producción petrolera mundial, que Irán amenaza con cerrar si EEUU y Europa endurecen las sanciones.
La decisión de Irán de seguir adelante con su programa atómico le ha valido cuatro rondas de sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU y de las potencias occidentales, con la consecuente asfixia de su economía. Solo en el último año, la moneda —el rial— ha acumulado una caída del 66% y ha perdido el 12% de su valor con respecto al dólar. El próximo 30 de enero se espera que los ministros de Exteriores de la UE aprueben nuevas sanciones contra Teherán por su negativa a poner freno a un programa que los expertos consideran destinado a obtener la bomba atómica.
Posibles represalias
Washington sigue de cerca el itinerario del presidente iraní por la región y ha recordado a Nicaragua y a Ecuador, a través de sendas llamadas telefónicas, las represalias a las que se exponen al estrechar vínculos con Irán. “Estamos contactando a los países de la región para explicarles lo que implica nuestra nueva legislación para quienes negocien con el Banco Central de Irán”, declaró a la agencia Efe William Ostick, portavoz para Latinoamérica del Departamento de Estado. Ostick se refería a la ley de gastos de Defensa aprobada por Barack Obama el 31 de diciembre pasado, que por primera vez establece sanciones contra cualquier institución extranjera que comercie con el Banco Central de Irán. Para Victoria Nuland, portavoz del Departamento de Estado, el periplo de Ahmadineyad es un movimiento desesperado: “A medida que el régimen siente una presión creciente, está desesperado por conseguir amigos”.
Venezuela es un claro ejemplo de las sanciones con las que amenaza Estados Unidos: en 2006, y hasta ahora, el Gobierno de Venezuela fue descertificado “por no cooperar plenamente con los esfuerzos antiterroristas”, y en mayo de 2011 Washington impuso sanciones a la estatal Petróleos de Venezuela (PDVESA), que le impiden establecer contratos u obtener financiamiento del Gobierno estadounidense, por venderle componentes de gasolina a Irán. Y ayer la Embajada de Estados Unidos en Caracas confirmó la expulsión de la cónsul venezolana en Miami, Livia Acosta, señalada de colaborar, entre 2006 y 2008, en un supuesto plan iraní para ejecutar un ataque informático contra las centrales nucleares estadounidenses, en el que también habría colaborado Cuba.
Estas advertencias tienen a Caracas y a La Habana sin cuidado. Hugo Chávez ha esperado a Ahmadineyad con los brazos abiertos desde septiembre de 2011, cuando fue suspendida una visita del presidente iraní a Caracas debido al cáncer detectado a Chávez. Desde 2006, a Venezuela y a Irán los unen casi 300 acuerdos de cooperación energética, petroquímica, comercial, industrial, bancaria, educativa, turística, de telecomunicaciones, transferencia de tecnología y para el desarrollo de biotecnología, nanotecnología y servicios espaciales. Pero la agenda del nuevo encuentro, que se desarrollará hoy, no ha sido develada. Y más a allá de los negocios, Chávez ha dicho que Ahmadineyad es para él “un hermano que está resistiendo como una montaña ante las agresiones del imperialismo y el colonialismo”.
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