Construir una Bolivia sin grupos privilegiados

Bolivia fue fundada en 1825 con una población de un millón de habitantes e inmensos bolsones de recursos naturales, renovables y no renovables, que habían sido saqueados durante 300 años por el conquistador, los mismos que despertaron la codicia de los vecinos, quienes con ese propósito alentaron la guerra e inclusive la invasión, como la del aciago 1879, que nos enclaustró, marcando el hecho más incalificable en la historia sudamericana.

Somos una nación eminentemente minera, por cuanto el metal precioso ya se lo conocía aquí, antes que Colón atara sus carabelas en puertos de América. El Cerro Rico de Potosí, la inmensa mole de plata explotada antaño por fuerzas extrañas, corroboró esa realidad, generando riqueza, con anterioridad a la fundación de la República, a favor del reino colonizador y de los países que nos circundaban, no así para el progreso de la región, donde la pobreza y extrema pobreza aún se mantienen con índices alarmantes, no obstante que la actividad extractiva es considerada, hoy como ayer, pivote de la economía nacional.

En este marco campesinas potosinas, en situación deplorable e inhumana, han recurrido, como todos los años, a la ayuda del prójimo de los centros urbanos del eje central y uno de ellos es, indudablemente, La Paz, sede del Gobierno, esperando, con sus niños en brazos, el solidario mendrugo de pan o algún juguete, que les permita alivianar los tiempos adversos que dicen ser de cambio, posiblemente para unos cuantos y no así para la mayoría ciudadana, que clama por mejores días.

Pues el colonizador ibérico tomó posesión del Cerro Rico de Potosí, conocido también como el Sumack Orcko, en 1545, bajo el denominativo de “La descubridora”, que dio inicio a la erosión de sus entrañas argentíferas, provocada por manos intrusas e insensatas, que a la larga contribuiría al potenciamiento de arcas ajenas de allende los mares, dejándonos a nosotros el derramamiento de sangre, el dolor, los numerosos muertos entre los mitayos y, particularmente, los huecos en el subsuelo.

Por lo visto lo primero que hizo el conquistador al arribar a estas tierras fue explorar y explotar los recursos mineralógicos a fin de saciar su sed de oro y plata, y por qué no decirlo, buscando títulos nobiliarios, honores u otras dádivas, que provendrían de quienes promovieron la conquista del Nuevo Mundo, que implicaba colonias ubérrimas, vírgenes en absoluto.

Desde 1545 a la fecha ha transcurrido mucho tiempo, pero pese a ello y pese que el Sumack Orcko adolece de una seria dolencia física, continúa inagotable en sus yacimientos y por consiguiente prosigue dotando de riqueza a quienes en nuestros días laboran en sus socavones, o sea los denominados movimientos sociales, que se inscriben, en los anales de la historia Patria, como los nuevos ricos de la minería boliviana, en un proceso político que los ha liberado inclusive de ciertas obligaciones tributarias. Estos medran, sin empacho, en desmedro de quienes viven cansados de tanto mendigar, en conocidas regiones del departamento de Potosí, que lamentablemente están muy lejos de alcanzar justicia social.

En suma: debemos propender a construir una Bolivia sin grupos privilegiados y donde con equidad se restituya la dignidad a favor de quienes actualmente están postergados.