Los ilustres olvidados del 2011

Viendo los anuarios de los distintos medios me quedó una sensación de vacío en el podio de honores y me entretuve recapitulando los que, a mi modesto parecer, fueron temas y actores protagónicos del 2011, que por alguna razón incomprensible estuvieron -en algunos casos total e injustamente- excluidos de compartir el reconocimiento de la sociedad boliviana.

Darse a la tarea de reivindicar a los “olvidados” implica, insalvablemente, definir primero entre todos los temas cuál fue el más destacado y más destacable de la realidad boliviana, concluyendo en que no fue otro que la defensa de la institucionalidad republicana y el ejercicio de la resistencia, cada vez más complicada y más riesgosa.

En el apartado de la resistencia a la eliminación de la institucionalidad y la cultura republicana, este 2011 tuvo actores de todas las tallas, desde frentes tan divergentes como la defensa de la libertad de expresión, la reivindicación de los presos y los expatriados políticos o la defensa del patrimonio natural e intangible de la humanidad.

Entre ellos destaco a los eméritos periodistas José Gramunt de Moragas y Antonio Prudencio Claure (Paulovich), que desde la fina ironía o la sátira humorística fueron francotiradores diariamente parapetados sobre la línea del frente, aplicando toda su experiencia en no dejar sin registrar para la historia ni uno de los excesos, atropellos y arbitrariedades del estado plurinacional contra los derechos humanos, políticos o civiles.

En la reconstitución de la resistencia social legítima e independiente, que terminó con el espejismo del “monopolio” del MAS sobre las organizaciones sociales, el Comité Cívico Potosinista (COMCIPO) temprano en 2011 abrió la brecha de la reorganización de la resistencia al modelo llevando la defensa del Silala y del salar de Uyuni a convertirse en hitos precedentes de lo que luego sería la épica defensa del Isiboro Sécure por los indígenas del TIPNIS.

En su interminable gestión y testimonio de vida ante los organismos y la opinión pública internacional están los exiliados políticos, no tanto los de gran cartelera, que optaron por un prudente silencio sino quienes como el juez cruceño Luis Tapia Pachi, el analista orureño Erick Fajardo o el cívico tarijeño Rubén Ardaya no han dejado de aprovechar un solo día del exilio para reflexionar en escenarios académicos u opinar en medios de comunicación internacionales; interponiendo cotidiana queja, testimonio o solicitud ante los organismos multilaterales, el mundo académico o los ciudadanos de una comunidad internacional que empieza a sensibilizarse y entender.

Pero sobre todo y todos, el personaje de 2011 ausente de reconocimiento fue el pueblo boliviano (ese que ya al final de 2010 aguó la implementación de una draconiana y neoliberal desregulación de precios de los combustibles), que ante el déficit de intermediaciones políticas, legítimas y creíbles, asumió autoconciencia de su realidad y de su rol histórico, organizándose como jamás se pudo detrás de ninguna sigla partidaria para sabotear a unísono la toma del Poder Judicial que pretendió consumar el presidente.

Estos son los ilustres y olvidados personajes, que por años se han constituido en la silenciosa y anónima maquinaria de resistencia a la destrucción de la República de Bolivia, y cuyos esfuerzos debieran destacar este 2011 por esos modestos pero significativos avances en la resistencia al modelo plurinacional que son resultado de su prolongada perseverancia.

El autor es Diputado Nacional.