Lydia Parada de Brown
Cuando comienza el nuevo año, todos los bolivianos tenemos la esperanza de que sea mejor que el anterior. Esperamos que en este 2012 desaparezcan los casos de corrupción y los delitos que proliferan en perjuicio de los ciudadanos; que los organismos de justicia sancionen como corresponde a los delincuentes, a quienes incluso no les importa con acabar con las vidas de inocentes.
Al comenzar el nuevo año crecen nuestras esperanzas para que los días por venir nos traigan alegrías y éxitos individuales y colectivos.
En el momento de pasar al 2012, las personas que gozaron durante el anterior año de salud, amor y prosperidad seguramente elevaron su mirada al cielo, pidiéndole a Dios que no cambie su suerte. Ellos muy satisfechos despidieron el año 2011, con risas simples ya que el sacrificio es lo contrario.
“Para sacrificarse es necesario amar, para amar hay que creer en la realidad de lo que se ama, saber sufrir, olvidar”, dijo algún pensador. En otras palabras, es amar la vida propia y las de los demás. Es hacer bien al prójimo, sin desprecio, con sincera compasión.
Nos impacientan los que se burlan, porque el espíritu mata en ellos el sentimiento y pierden interés en la humanidad. Por ejemplo esto es lo que pasa con muchos políticos, ya que a veces se abrazan y otras veces se detestan. Con sus actitudes nos hacen pensar que no les interesan la pobreza de la población, los problemas y enfermedades de sus semejantes.
Por eso cuando observamos las hojas del calendario 2012 solicitamos al Creador que nos libere de sufrimientos y que reine un clima de bienestar. Lo mejor sería poner una venda sobre el pasado y olvidar todo lo malo.
Pensando así seguramente muchos en la última noche del año que ha fenecido saltaron, cantaron y bailaron, manifestando sus deseos para que el 2012 no multiplique los problemas, y pidiendo que la estrella que iluminó a otros, derrame también su luz sobre ellos.
Como siempre el dedo del destino señaló la partida del año 2011, y queda un aroma de nuevo año que anuncia una nueva vida. ¿Qué se les puede desear a familiares, amigos y toda la humanidad en la nueva etapa que comienza en enero?, no gloria, fortuna ni honores, solamente la paz de una conciencia honrada, que es la más leal y noble compañera.
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