Los últimos seis años han sido victimadores de los partidos políticos y hasta de intenciones de conformar grupos o instituciones que, más o menos, “le hagan frente” a los errores gubernamentales. Lo cierto es que se apoderó de una especie de miedo en todos y se utilizó las políticas del “dejar hacer y dejar pasar” - craso error de quienes asumen actitud tan derrotista - y todo quedó al abandono; sin embargo...
Todo muestra, al menos así lo demostró el año 2011 recientemente transcurrido, que las “fuerzas agónicas sólo estaban aletargadas” que habrá esperanzas. Comités cívicos, instituciones calladas y resignadas a su suerte, entidades culturales y, lo más importante, partidos políticos, tienden a reaccionar, a presentar la cara y demostrar que este país es de todos los bolivianos y no sólo de un partido político.
La agonía de la política partidista en viejos tiempos fue el anuncio del surgimiento de nuevas agrupaciones conformadas por jóvenes y gentes decididas a hacerse escuchar y a plantear lo que creían convenía al país; pero son los mismos partidos, mediante sus “células juveniles”, los que se han encargado de debilitar sus esperanzas y han dejado que su juventud se adormezca. Hoy parece que se habrían despertado muchos sentimientos y deseos de expresar y vivir libertades.
Oriente, con muchas instituciones que, empezando por campesinos y colonizadores, han perdido el miedo; en los valles, se siente que tampoco se guarda temores a lo que pudiese sobrevenir y, en occidente, las instituciones ya muestran coraje, inquietudes por expresarse y recuperar su libertad de pensamiento. En líneas generales, el país ha perdido el miedo al régimen del MAS y hoy se escucha voces, frases y expresiones que muestran seguridad en lo que se siente por el país y la urgencia de cambios efectivos en los que debería estar inmerso el partido del Presidente.
Hay cambios en las conductas y hasta los temores al narcotráfico, a la delincuencia, a la corrupción, al contrabando y a muchas formas de atentar contra la vida y propiedad; se muestran, se hacen palpables, aun a sabiendas de que ello “resiente” a las fuerzas policiales que se creían dueñas absolutas del poder, aunque con él nada hacían y, por el contrario, se sirvieron de él solamente para reprimir a la población tan sólo por simple orden del Gobierno.
La verdad es que el sexenio de gobierno del MAS ha dejado lecciones y experiencias al país; ha mostrado que hasta lo más inverosímil es posible y lo que se creía que sólo gobiernos dictatoriales podían llevar a cabo, en nombre de una democracia, el partido del MAS ha podido llevar a cabo. Se ha demostrado, entre los bienes habidos, que han desaparecido los “controles políticos”, los sistemas de represión de políticos y opositores. La Constitución y las leyes han sobresalido sobre otros sistemas, aunque se aplicó medidas punitivas contra quienes el régimen creía que “había que ajustar cuentas” porque no son del agrado del “sistema de cambio” o del régimen “plurinacional”.
La verdad es que hoy rige una realidad: surge una oposición que, si obra correcta y responsablemente, que está poseída de conciencia de país y vocación de servicio y se mantiene unida a principios y valores fundamentales de la vida humana, podrá tener éxito y vislumbrar que el país vea un mejor futuro. Ojalá que la oposición se organice como debe ser, actúe con la sindéresis, honestidad y responsabilidad que el país requiere.
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