Jimmy Ortiz
Qué difícil es ser demócrata en un país sin Democracia. Qué trágico es ver destruida la Democracia, que fue recuperada con sangre de las fauces del Plan Cóndor.
Cuánta amargura tuvo que soportar mi pueblo para que ello suceda.
Cuántos abusos y prepotencia, cuántas torturas y asesinatos, cuántas viudas y huérfanos, cuánta angustia y exilio. Pero sobre todo, cuánta fe y valentía de nuestros compatriotas.
Ellos tenían absoluta certeza de que la Democracia volvería. La conciencia universal lo demandaba. La primavera democrática llegaría, después del crudo invierno dictatorial. Nuestros hermanos estuvieron dispuestos a pagar el precio que la historia y los tiranos exigieron.
Rindo mi homenaje de admiración y respeto a todos ellos, que son parte de nuestra historia gloriosa. La Democracia es uno de los legados más excelsos que se puede dejar a los pueblos. Por desgracia sólo es verdaderamente valorada cuando se la pierde.
Qué amargo es vivir en un país donde la Democracia es una palabra vacía de contenido. Porque Democracia no es ir a votar un domingo cada 5 años y luego el “Presidente” haga lo que le dé la gana, como si fuese un Emperador.
La Democracia ya dejó de ser una entelequia entendida por izquierda y derecha de diferente manera. Hoy la Democracia está plenamente definida en la Carta Democrática Interamericana de la OEA, y aceptada por los países miembros con rango supra constitucional, no hay dónde perderse.
Democracia es el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales, donde está incluida la libertad de prensa y de expresión.
Democracia es tener un Presidente que respete el Estado de Derecho y no “le meta nomás y luego sus abogados lo arreglan”. Democracia es votar libremente, sin voto comunitario, sin que nos hagan “votar” entre candidatos ya previamente elegidos en el Congreso. Democracia es tener un régimen plural de partidos y organizaciones políticas, no un partido único, como en la práctica sucede en Bolivia.
Democracia es la separación e independencia de los poderes públicos.
No un Poder Ejecutivo que hace leyes, acusa a los adversarios, los juzga y los lleva a prisión, por su propio designio. No es pasar del Plan Cóndor al Plan Evo, “democracia” con presos políticos, exiliados y muertos.
Desgraciadamente la cultura democrática de la mayoría de la población es todavía muy precaria. Nuestra gente no la entiende a plenitud.
Mucho se tiene que trabajar en ello, como un antídoto contra las dictaduras y contra las “democracias” de fachada.
No hay peor dictadura que la disfrazada de democracia. Al menos los dictadores clásicos tuvieron el coraje de dar la cara y mostrarse como tales. Cerraron el Congreso, no lo subordinaron. Tomaron el Poder Judicial, no lo cooptaron. Pusieron interventores en las gobernaciones y alcaldías, no los tumbaron con sus chicanas legales. Pusieron tanque en las calles, mataron y murieron en nombre de la dictadura, no escondieron sus sucias garras en los cálidos ropajes de la Democracia.
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