Nos están envenenando

No deja de ser riesgoso el estar en calidad de peatón en las estrechas calles de La Paz, enormes camiones, colectivos y automóviles pasan a nuestro lado emitiendo muchos de ellos grandes nubes de obscuros gases y olor fétido, gases que no podemos evitar aspirarlos. Estos gases de combustión contienen varios productos tóxicos como ser óxidos de nitrógeno, monóxido y dióxido de carbono, anhídrido sulfuroso, hollín, hidrocarburos no quemados, etc.

En todos los países que conozco, no sólo no se tolera semejantes altos índices de contaminación, pues hay índices límite claramente prefijados, sino que se exige el uso de catalizadores en los escapes de los vehículos para reducir este tipo de contaminación, así como sistemas de filtración, adsorción, reprocesamiento de gases, etc.

Se debe establecer los límites máximos permisibles de emisión de hidrocarburos no quemados, monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno y partículas suspendidas provenientes del escape de los vehículos, así como contar con instrumentos de medición de hidrocarburos evaporados provenientes de sistemas de combustibles que usan gasolina, gas natural y diesel, además de contar con personal capacitado, equipos de monitoreo y medios para efectuar un control adecuado.

Con un reglamento simple de tipo técnico-legal se puede controlar totalmente esta situación. La gente clama y apoya medidas que ayuden a mejorar el medio ambiente, por eso estamos seguros de un apoyo popular al control real, pues no se trata de cobrar multas si no de sacar a estos vehículos de circulación hasta que efectúen su adecuación hasta llegar a estándares mensurables aceptables. El control de emisiones tiene que ser riguroso, pues dichos gases son comprobadamente tóxicos para los seres humanos.

Sobre todo los motores de ciclo diesel, cuya combustión se efectúa a mayor temperatura producen, si no están en buen estado y adecuadamente regulados, gases muy tóxicos emitidos por los escapes de los vehículos y que son condensados en benceno y otros hidrocarburos policícilicos, potentes cancerígenos que a la larga derivan en leucemias y linfomas en quienes los aspiran.

El Ministerio de Medio Ambiente y Agua, la Unidad Operativa de Tránsito, las alcaldías municipales y otros organismos correspondientes deben obligatoriamente implantar sistemas de monitoreo de la emisión de los gases de escape, sobre todo de los grandes camiones con motores diesel, sean éstos militares, municipales, estatales o privados y obligar a los propietarios o responsables de dichas unidades, las que son visiblemente contaminantes, a regular o realizar los arreglos mecánicos que sean pertinentes para reducir al máximo posible la contaminación ambiental existente en nuestras calles.

Otro factor de riesgo es el humo, durante ciertas épocas del año se presenta mucho humo en todo el ambiente del país, proveniente de las quemas indiscriminadas que se efectúan en las tierras bajas principalmente con objeto de ganar terrenos para ampliar la frontera agrícola. Empero, hay que considerar que si bien ciertos grupos posiblemente obtendrán más dinero con sus cultivos, por otro lado se debe tomar en cuenta que en estas quemas el humo y los gases que se producen son también tóxicos y de difusión mucho más amplia. Fuera de la pérdida de biodiversidad y el incremento de la erosión de los suelos, la quema incontrolada de biomasa a temperaturas altas produce gases que contienen dioxinas, furanos y otros compuestos químicos contaminantes persistentes, aspecto ya denunciado en un trabajo efectuado por el PNUMA presentado en Ginebra el año 2005 (ver Emisiones de dioxinas y furanos por quema incontrolada de biomasa).

Las dioxinas son estables químicamente, poco biodegradables y liposolubles, tendiendo a acumularse en suelos, sedimentos y tejidos orgánicos y pudiendo penetrar incluso en la cadena alimentaria. Los furanos (dibenzo furanos), cuyas propiedades químicas son similares a las que presentan las dioxinas, son compuestos orgánicos heterocíclicos (sus moléculas contienen por lo menos un átomo que no sea de carbono), cuya estructura anular básica está formada por un átomo de oxígeno y cuatro de carbono.

En total se conoce 210 tipos de dioxinas y furanos, éstos no son productos fabricados a propósito por el hombre con fines utilitarios determinados. En la práctica, estas sustancias que se generan involuntariamente, se producen cuando se queman a temperaturas elevadas, es decir entre 250 a 600 °C, diversas sustancias entre ellas la madera.

A estos contaminantes orgánicos persistentes (COPs) formados involuntariamente por la actividad humana, hay que agregar otros productos químicos manufacturados cuyo uso ha sido prohibido en la Convención de Estocolmo, la misma que ha sido signada por el gobierno de Bolivia. Estos productos son utilizados en la agricultura principalmente como pesticidas, fungicidas, herbicidas, etc. Ocho de ellos son utilizados como plaguicidas: Aldrin, Clordano, DDT, Dieldrin, Endrin, Heptacloro, Mirex y Toxafeno.

Los gobiernos han tratado y tratan de restringir su fabricación a nivel mundial, pero en nuestro país algunos son todavía comercializados y utilizados en actividades agrícolas y pecuarias. Es incumbencia de los Ministerio de Desarrollo Rural y Tierras y del Ministerio de Medio Ambiente y Aguas implementar y supervisar un sistema que logre el cumplimiento de esta restricción internacional.

De la misma forma las reparticiones correspondientes del Gobierno deben realizar el análisis y la verificación continua de los productos importados y su incidencia, especialmente aquellos destinados al consumo humano, para evitar daños a la población. Estas sustancias denominadas xenobióticas son productos químicos industriales, compuestos orgánicos e inorgánicos, drogas terapéuticas, aditivos alimentarios, etc., artificiales. Estos son extraños a la vida y a la naturaleza, no producidos por la biota y que son fabricados voluntariamente por el hombre por su utilidad tecnológica, o generados involuntariamente, como subproductos inevitables, no deseados, en ciertas reacciones químicas.

Se trata de productos químicos obtenidos por síntesis, que penetran, se dispersan y permanecen en el ambiente, y cuya fabricación, procesado, distribución, uso y eliminación representan un alto riesgo sanitario y ambiental, que la sociedad boliviana no debería aceptar, por lo que también se debe asumir medidas de control.

Estas sustancias sintéticas no se incorporan a los procesos naturales de reciclado (los ciclos biogeoquímicos), ni al metabolismo de los seres vivos. Asimismo, algunas pueden experimentar biotransformaciones, consistentes en procesos por los cuales ciertos organismos modifican algunas sustancias xenobióticas que han absorbido, para formar otras sustancias que pueden ser retenidas o excretadas por el organismo.

Nuestros actuales conocimientos nos muestran que algunas de esas sustancias sintéticas resultaron tener, entre otras propiedades ambientales, las de ser muy estables, persistentes, no biodegradables, no reciclables naturalmente, y son liposolubles y bioacumulables. Como consecuencia, con el tiempo provocarán severos impactos negativos en la salud de la población, de difícil remediación.

En pocas palabras, los resultados muestran que, contrariamente a lo deseado, algunas sustancias elaboradas con las mejores intenciones, para curar enfermedades, mejorar la producción de alimentos y elevar la calidad de vida, resultaron ser peligrosas para la salud y la conservación de la biodiversidad, por lo que no conviene seguir usándolas y muy al contrario, deben ser en lo posible identificadas y eliminadas, o por lo menos mitigados sus efectos, aspecto que también deben encarar las autoridades.