Embarazo de adolescentes

¿Cómo fomenta la sociedad moderna? ¿Qué se puede hacer para cambiarlo?



Las adolescentes al enterarse de su embarazo recurren a amistades, en vez de a sus padres, que pese a todos los apoyarán.
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No existe ya un solo colegio secundario y en algunos casos del nivel primario, en los que no se haya reportado al menos un embarazo de adolescentes. Los educadores estamos en contacto permanente con nuestros alumnos y vemos la necesidad de hacer algo para evitar embarazos no deseados. Leamos la carta de una adolescente: “Cuando tenía ocho años tuve mi primera relación sexual con un muchacho de 15. Lo hice porque mis padres no me querían ni me prestaban atención. Necesitaba amor; mis padres nunca me han demostrado amor”. .. “En mi casa nada cambió realmente, y cuando tenía 15 años quedé encinta. Mi amigo me echó la culpa y se fue. No tenía a donde ir. Estaba entre la espada y la pared. Entonces me vino la idea del suicidio o el aborto. Preferí lo último. Ahora tengo miedo de salir con muchachos y todas las noches me paso llorando”.

A muchos padres les cuesta entender los innumerables problemas que atraviesan las adolescentes. Hace algunas décadas, cuando alguna joven entregaba su virginidad antes del matrimonio se decía que había perdido la honra y que había deshonrado a la familia y a Dios. Si la adolescente quedaba embarazada la vergüenza era mayor para la familia. Hoy estos conceptos están desapareciendo. ¿Qué ocurre con la sociedad moderna?

La sociedad actual, en lugar de orientar la sexualidad, fomenta e incita a oír música estridente con letras de contenido violento, novelas de amor totalmente indecorosas, canciones, películas, videos y la televisión dirigidos a la juventud no explican el maravilloso uso del don del sexo. Para colmo, autoridades, educadores y dirigentes religiosos, proclaman el estilo de vida como una forma aceptable de conducta en un mundo moderno.

De modo general, los jóvenes no tienen un buen conocimiento sobre el embarazo y los métodos anticonceptivos. En la clase de química, una joven preguntó: “Tuve relaciones desde mis 14 años. ¿Todavía soy virgen? Otra joven confundida dijo: “Para evitar el embarazo hay que levantarse rápido y darse una ducha”. Esta es la magnitud de la ignorancia. En charlas a jóvenes, señoritas y adolescentes, los eruditos y conferencistas, no mencionan respecto a la moralidad o la responsabilidad de cada uno por sus propias acciones. Tampoco mencionan que toda forma de conducta contraria a las leyes de las buenas costumbres, tiene sus consecuencias.

Informes oficiales dan cuenta de que las enfermedades transmisibles por vía sexual adquiridas antes del matrimonio o en relaciones extramatrimoniales han aumentado el índice de abortos, nacimientos de niños muertos, niños con deformidades, ceguera, sordera e innumerables casos de distintos males, además de ello, están los resultados de depresión, ansiedad, y los sentimientos de culpa y soledad como de la joven mencionada anteriormente. Si una joven embarazada no aborta y nace el niño, la madre está destinada a la pobreza si el padre del niño la abandona, porque se verá perjudicada en sus estudios y al no recibir colaboración de sus padres, se verá obligada a trabajar para mantener a su hijo. Ahora bien, si la pareja de adolescentes deciden casarse, carecen de recursos económicos y por último terminaran en divorcio o separación. Basta darle una mirada a nuestro alrededor para comprobar aquello.

De este modo, el amor libre que promueven los medios de televisivos, generan enfermedades de transmisión sexual, hijos ilegítimos, abortos, matrimonios obligados, separaciones, ruptura de relaciones, dejando cicatrices que perduran toda la vida. Demasiado tarde aprenden que haber adquirido hábitos de irresponsabilidad los perjudicarán toda la vida. Justamente de eso se trata ahora, de compartir esas experiencias con nuestros hijos. Una gran labor la tienen los educadores y educadoras para trabajar de manera coordinada y conjunta con los padres de familia, quienes ensayaron esta tragedia empezando a practicar el libertinaje sexual y hoy se sienten avergonzados al hablar de sexualidad con sus propios hijos. No se trata de recomendar tipos de anticonceptivos, definitivamente no. Se trata de inculcar valores, guiar a sus hijos, hablar sincera, abierta y concienzudamente de todos los aspectos de la sexualidad, según el nivel de entendimiento del niño o niña. Bien dice el Proverbio: “Instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartará de el”. Padres y madres, pasemos más tiempo con nuestros hijos, háganles comprender que las relaciones sexuales dentro del matrimonio son como una fuerza que une y se convierte en algo hermoso y estimulante. La felicidad se expresa en los rostros de felicidad, sentimientos de lealtad de uno hacia el otro y en los hijos e hijas que pueden venir como fruto de la unión, respeto y verdadero amor. Quizás no podamos cambiar la sociedad ahora, pero a los jóvenes les decimos con mucho afecto y sinceridad; que tengan la valentía de ir en contra de la corriente, mantengan su integridad , no se den por vencidas, no cedan, no permitan que avasallen su intimidad. Una de las leyes divinas básicas dice: “No cometerás adulterio”, y este hecho aun está penado en nuestras leyes. Este mandato incluye todas las formas de sexualidad ilícitas. Padres de familia, educadores, líderes políticos, religiosos y todos debemos advertir a nuestros hijos, hijas, jóvenes, alumnos y alumnas, del peligro de entregarse al libertinaje sexual.

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