(Primera Parte)
Casos asombrosos del siglo XX y XXI, médicamente acreditados que implican a madres y bebés en la era de la tecnología pre-natal y las ecografías.
Como el Nacimiento del portal de Belén no se conoce ningún otro, y sin duda es el más asombroso en los anales de la ciencia obstétrico-ginecológica. Pero también en tiempos modernos, de partos medicalizados, supervisados y con ecografías se han dado partos en los que la medicina se declaró impotente y sólo pudo ser testigo y acompañante de hechos inexplicables.
1. MARIE-JOSEE, QUÉBEC, CANADÁ, 1962
El Hospital Hotel Dieu de Québec fue fundado en 1639 por los primeros misioneros de Canadá, los agustinos hospitalarios, aunque en 1962 era un hospital moderno y bien equipado. Marie-Josée era una niña que nació con fórceps el 6 de mayo de ese año y al principio parecía sana, pero al día siguiente empezó a escupir sangre por la boca. Había sufrido un derrame sanguíneo dentro del cráneo a causa del fórceps, y una puntura lumbar confirmó la hemorragia. Tampoco conseguía coagular la sangre. Tuvo convulsiones en su tercer día de vida y una parada respiratoria el quinto día. Vitamina K intravenosa, masajes en el torax, oxígeno... no eran más que medidas paliativas, insuficientes.
Pero no murió, ni tampoco sufrió ningún daño cerebral como todo hacía pensar. Al cumplir 12 días, estaba perfectamente sana. Y siete años después, cuando los testigos médicos explicaron el caso, aún lo estaba. Y también 22 años después, cuando la Iglesia revisó el caso.
La familia había pedido la intercesión celestial de la valiente misionera francesa en Québec María Catalina de San Agustín (en el mundo, Catherine Longpre), que había sido enfermera en ese hospital tres siglos antes, en medio de las guerras con los indios iroqueses. Este fue el milagro que sirvió para beatificar a Sor María Catalina en 1989.
2. SOLANO FAVARIN, SANTA CATERINA, BRASIL, 1979
Solano Favarin nació en el hospital Sao Sebastiao de Turvo (en Santa Caterina, Brasil) el 26 de julio de 1979. Su padre, Donato, era agricultor humilde, y su madre Anadir, ama de casa. El doctor Aroldo Duarte, que asistió al parto constató la malformación del niño: no podía mover sus piernas, plegadas en alto, si se le tocaba lloraba de dolor y en esa postura (la única que podía) no se le podía amamantar. El masajista Angelo Tomasi constató que no se podían estirar las piernas. En el hospital Sao Josè de Criciuma las radiografías asombraron a los ortopedas: sólo con carísimas cirugías y largas terapias podía lograrse alguna mejora parcial.
Las Hermanas Sacramentinas, con su superiora, visitaron al bebé y organizaron una novena y grupos de intercesión y oración, en los que participaron miembros de Cursillos de Cristiandad, niños de la escuela infantil, grupos del Apostolado de la Oración... y la intercesión de la Madre Gertrudis Comensoli, fundadora de las religiosas. Sin ninguna terapia ni medicina, el 9 de agosto, último día de la novena, para asombro de todos, el niño dejó de llorar: las piernas se habían alargado, se habían soltado y funcionaban con absoluta normalidad. El médico Marcello Meschita constató que no había explicación médica, como confirmó la comisión médica de Roma en 1988. El milagro sirvió para beatificar a Madre Gertrudis. Luego realizaría otro en 2001 con un niño de 4 años que sirvió para su canonización.
3. VALERIA ATZORI, CAGLI, ITALIA, 1986
Valeria no nació pequeña, sino diminuta: 30 centímetros y 550 gramos. Ni siquiera era seismesina: era una prematura de solo 23 semanas de gestación. Su piel era roja-gelatinosa, transparente. No respiraba por sí misma. El doctor Franco Chappe, allí en la Clínica Universitaria de Cagli, aseguró que moriría y que, si no fuese así, sufriría graves daños cerebrales. Sufrió paradas respiratorias y cardíacas, y osteoporosis. En pocas horas se había deshidratado y pesaba ya solo 410 gramos. La alimentaron por vena umbilical y luego por sonda nasogástrica. Y no solo no murió, sino que cuatro meses después, la daban de alta.
Pero un año después, y dos años después, los controles eran claros: la niña no había sufrido ninguna secuela. Los informes de 1989 de las doctoras Melania Puddu y Liuliana Palmas lo confirmaron a los 3 años. Los médicos no se lo explicaban.
Pero los padres, Giovanni y Pietro, sí lo entendían: habían estado rezando en la tumba de fray Nicolás de Gesturi, muy conocido en Cagli. Juan Pablo II beatificó al fraile en 1999, cuando Valeria tenía 13 años.
4. MARÍA SOLÍS QUIRÓS, COSTA RICA, 1994
Claudia Quirós, de Costa Rica, estaba embarazada en su cuarto mes de gestación, cuando revisando las ecografías del 22 de junio de 1994 su médico detectó ya un exceso de líquido amniótico que podía afectar en la boca del bebé, el tercero de la familia. El 5 de septiembre, en San José de Costa Rica, el doctor Orlando Sánchez le previno que la niña nacería con el grado más grave de labio leporino y malformaciones del paladar. Tendría dificultades de lenguaje, oído, deformación de maxilares, infecciones... y la cirugía era necesaria para cerrar el paladar. Enviaron copias de la película ecográfica a dos especialistas del Baylor University Medical Center y del Children´s Medical Center de Dallas (Texas), que confirmaron los diagnósticos.
Claudia y su esposo, Álex Solís Fallas, abogado, ex-diputado y profesor de la Universidad de Costa Rica, rezaron y pidieron oración. Claudia decidió comulgar cada día "para que la Sangre de Jesús bendijese a la niña". Además, su madre, que había sido alumna y amiga de la Sierva de Dios María Romero Meneses le animó a pedir su intercesión. Las religiosas de la iglesia de María Auxiliadora, por impulso de la abuela, también rezaban.
El 28 de noviembre de 1994 había 11 médicos en el parto, preparados para operar a la niña... ¡que nació sana! El médico Jorge Márquez-Máximo Díaz, director del equipo, habló con la prensa costarricense emocionado: "me quedé desconcertado al ver que era una niña sana y normal, especialmente en la parte de la boca y el paladar donde esperábamos malformaciones". El diagnóstico, confirmado en Dallas, era irrefutable. Pero la salud de la niña también. Los doctores Gonzalo Montero y Ana Cecilia de Cavallini revisaron todas las pruebas en 1997 y 1998, y los médicos Carlos Alú y Nino Pasetto lo revisaron. El Papa Juan Pablo II beatificó a María Romero Meneses el 14 de abril del 2002, cuando la pequeña María tenía 8 años.
5. MILAGROS CANDELARIA BERMÚDEZ, ALTAGRACIA DE ORITUCO, VENEZUELA, 1995
Era 6 de septiembre de 1995 y los médicos estaban provocándole el parto a Rafaela Meza de Bermúdez en el Hospital Juan Francisco Torrealba, donde ella llevaba 8 días recluida y monitorizada. Y esperaban encontrar un bebé muerto. Los ecosonogramas mostraban que el corazón del bebé se había parado. “El bebé tenía una disminución importante del líquido amniótico. No encontré signos de vitalidad fetal, no tenía movimientos corporales, ni respiratorios, ni actividad cardiaca”, declaró luego el ginecobstetra Carlos Limonghia a la prensa venezolana. El médico tratante, Pedro Rojas; Rafael Gallardo; obstetra, Marcos Ramírez, internista; la jefa de enfermería, Maribel Mena, y los médicos residentes fueron testigos de las condiciones adversas del bebé.
“Los médicos me hacían muchos exámenes y me decían que mi bebé estaba muerto porque no sentían los latidos del corazón. No tenía líquido y aquello estaba seco, las enfermeras también se acercaron para ver lo que sucedía”, rememora Rafaela Mesa, que entonces tenía 34 años, un cuadro clínico de hipertensión arterial crónica, anemia y preeclampsia y otros cuatro hijos.
“En el hospital trabajaba una mujer que perteneció a la congregación de las Carmelitas, llamada Yurima Cañizal. Ella me entregó una estampita de la Madre Candelaria y me dijo: “Vamos a rezar, Rafaela, no llores, vamos a pedirle un milagro a la Madre Candelaria". Antes de darme esa estampita ya yo venía con mi fe y tenía confianza en Dios y en ella de que me iba a hacer el milagro, a pesar de que me decían que el bebé estaba muerto".
Sorpresa. A las 8 de la noche la niña salió viva, y lloró. Pesaba un kilo 300 gramos y medía 32 centímetros. Estuvo tres meses en incubadora y soportó varios paros respiratorios. Al escuchar el llanto de la pequeña, el padre, José Bermúdez, salió del hospital y abrió los brazos. Le dio alabanzas a Dios y dijo: “Hija, te llamarás Milagros del Valle Candelaria". La niña hoy sigue sana y es buena estudiante, aunque su familia sigue siendo pobre: el padre es agricultor y la madre planchadora.
“¿Qué pasó? No lo sé”, se interrogaba con insistencia el doctor Carlos Limonghi en radios y diarios venezolanos. “Había cerca de 14 personas observando que el feto estaba muerto y yo busqué argumentos para tratar de negar el diagnóstico, estimulándole la barriga, moviéndola y colocándole una solución glucosada para mover al bebé, pero no había actividad cardíaca. Lo aseguro. Cuando se movió y respiró ocurrió un hecho extraordinario”.
Madre Candelaria de San José, fundadora de la Congregación Hermanas Carmelitas, en Venezuela, fue beatificada el 28 de abril de 2008 en Venezuela, con la presencia de 30.000 fieles y la notoria ausencia de las autoridades.
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