La verdad aunque duela
Por su incultura el presidente venezolano y líder de los socialistas del Siglo XXI ha expresado que Estados Unidos debe haber creado “algo” que causa cáncer en los presidentes latinoamericanos y que recién se va a saber “qué es” en unos 50 años (tiempo que él desea quedarse en el poder para descubrir las “armas secretas” de la superpotencia).
Digo incultura porque no sabe que anualmente en el mundo hay 12 millones de casos nuevos de cáncer y 7.5 millones de personas mueren (20 mil a diario). Las causas porcentuales del cáncer (del que hay 200 tipos y no es contagioso) son: inadecuada alimentación 35%, fumar 30%, infección 10%, trabajo 4%, alcohol 3%, rayos del sol 3%, contaminación y radiación 3%, y otras causas 12%. No sabe de los 44 mil enfermos de cáncer por año que hay en Venezuela, quienes no tienen el dinero que tiene Hugo Chávez, ni médicos ni aviones.
Aprovecho el preámbulo para hablar de otro tipo de cáncer que percibo en los gobernantes de nuestro país. Para ello debemos remontarnos al año 2006 y subsiguientes, cuando prometieron a los bolivianos dignidad, soberanía, democracia y mucha productividad, para “vivir mejor”. Paralelamente algunos miembros de organizaciones sociales degollaban perros como si fueran los gobernantes neoliberales del pasado. Hubo aproximadamente 73 muertes en lo que va de este gobierno, en el país. Han conculcado la democracia en diferentes circunstancias políticas, pero lo más indignante para el pueblo fue la implantación de una Nueva Constitución Política, por demás ilegal e ilegítima desde su origen y sometida a los lineamientos del socialismo Siglo XXI.
Según se deduce de las declaraciones de los gobernantes, durante 6 años están experimentando con el Estado y el pueblo boliviano, en lo político, económico y social, ejemplos de ello hay en los archivos de medios de comunicación nacionales y extranjeros. En lo político, como muestra reciente podemos citar los casos de las amañadas elecciones de autoridades del nuevo Órgano Judicial de Bolivia, la judicialización permanente de la política, al extremo de que el Ministerio de Transparencia se ha convertido en una comisaría de denuncias y procesos contra todo el que piensa diferente al Gobierno.
En el tema económico nos están mintiendo al decir que la macro y la micro economía boliviana están blindadas ante todo cambio económico mundial, pues crean estadísticas sobre industrias, servicios, etc., para inflar la frondosa propaganda del Gobierno, hecha con costos extraordinarios y sólo para obtener beneficios políticos, en especial en dirección a sus seguidores. En el campo social la situación es tan deprimente que basta visitar los hospitales que maneja el Estado. La nueva reforma educativa también causa pena, pues a pesar de las computadoras compradas, no pueden atender adecuadamente a los padres de familia que soportan varios días las inclemencias del tiempo para inscribir en colegios a sus hijos, a quienes les espera una fatigosa vida estudiantil, aprendiendo con quipus para mañana ser expertos en yatirismo del Siglo XXI.
Es verdad que en los últimos años las arcas del Estado han recibido importantes ingresos económicos por ventas de hidrocarburos y minerales, gracias al alza de precios en mercados internacionales. Pero las “nacionalizaciones” de nada sirvieron porque las transnacionales siguen campeando en nuestro territorio. Si a esos ingresos limpios les sumamos los créditos internacionales, los préstamos o regalos provenientes de Venezuela, Irán y Cuba, así como los recursos provenientes del contrabando, del tráfico de madera, castaña, oro y del narcotráfico, tendríamos una economía saneada, siempre que ese dinero hubiera sido bien administrado, pero como ello no sucedió, las consecuencias ya están frente al pueblo boliviano.
Esa forma de administrar el Estado es la misma aplicada en Venezuela en los últimos doce años, por lo cual el modelo socialista Siglo XXI en general tiene cáncer de economía, con consecuencias funestas para cada país aliado.
Lo anecdótico es que a pesar de tanta bonanza económica despilfarrada, siguen los errores del MAS, su soberbia y mezquindad demostradas durante su gestión. Después del gasolinazo, la marcha del TIPNIS y otros acontecimientos, ahora los gobernantes manifiestan que no tienen interés político ni personal en seguir gobernando nuestro país, que en el tiempo que les queda gobernarán escuchando al pueblo; aparentando generosidad quieren perdonar a sus opositores; para juramentar ya no exigen que se levante el brazo izquierdo, como se observó en la posesión de las autoridades judiciales y el alto mando militar; reducirán el presupuesto del Órgano Judicial; reducirán los costos en trámites judiciales. Falta que digan que anularán la corrupción, la delincuencia y el narcotráfico, que ya no habrá litigantes ni delincuentes y, por último, que cerrarán las cárceles, que todo se controlará por satélite, aviones, helicópteros, manejados por expertos socialistas.
Nuestro pueblo es honesto y humilde, pero no es necio y todo lo que está aconteciendo, en el caso de nuestros gobernantes, es porque padecen de un “cáncer de conciencia fingida”, que por fortuna se lo puede curar en el 2014.
El autor es docente universitario.
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