Crítica a la acción pedagógica de los educadores

Tanto en las relaciones que los profesores establecemos con los estudiantes, como en los contenidos y estrategias que trabajamos, se pone de manifiesto una cantidad de mensajes implícitos que también forman parte del currículo oculto.

Muchas veces los educadores inconscientemente excluimos a algunos de los estudiantes. Manifestamos preferencias por los alumnos que más se adaptan a nuestras planificaciones, por los que más sobresalen, especialmente por sus habilidades cognitivas, los que más cumplen con las tareas, los que más guardan silencio, los que dan las respuestas que esperamos.

Aquellos que se salen del patrón de conducta, los inquietos, a quienes les parece aburrida la clase, los que aprenden con lentitud, los que tienen problemas físicos, los que son muy tímidos, los que no cumplen las tareas... son considerados problemáticos.

Sin darnos cuenta con estas actitudes estamos sembrando las condiciones para problemas como la pérdida del año y deserción. Estas discriminaciones golpean fundamentalmente a los niños, niñas y jóvenes menos favorecidos, a los que tienen más dificultades socio - económicas, quienes en definitiva son los que más necesitan de la educación que ofrecemos.

Distanciamos en las relaciones que establecemos, pero en esto no hay predeterminación ni mala intención, más bien es producto de considerar que el grupo es homogéneo y los estudiantes deben aproximarse de igual forma al aprendizaje, respondiendo de la misma manera ante lo que planificamos, así lo hemos aprendido y así actuamos.

Por una u otra razón, estas discriminaciones están en la práctica y es importante hacer conciencia de ello para erradicarlas. Si nosotros obramos así, estamos enseñando a discriminar, aunque en el contenido de lo que tratamos hablemos de solidaridad, respeto y aceptación de los demás. La actitud de un educador con compromiso y comprensión es de total apertura y acogida justamente a los más débiles, los más lentos, los más necesitados, los que más problemas tienen, a ellos les debemos, en vez de discriminación, el trato considerado, amoroso y paciente.

Respetar la diversidad de alumnos y alumnas pasa por reconocer que son distintos y distintas y cada vez lo serán más, en comparación a lo que nosotros fuimos en nuestra época de estudiantes. Nuestros hijos y educandos serán más hijos de la época que de nosotros.

Es necesario reconocer, comprender y valorar esto, si no queremos ahondar el abismo y provocar el desencuentro. Asumir la diversidad en los centros educativos pasa por reconocer al otro que tengo al frente, que es diferente, con capacidades, deseos, inquietudes, intereses distintos. Por lo tanto nuestra propuesta educativa debe asumir esa variedad y estar en función de que cada uno alcance el desarrollo integral desde la propia identidad.

También pasa por asumir la realidad social, cultural, política, económica y religiosa de los estudiantes y desde ella abordar los contenidos del aprendizaje para que realmente sirvan en el proceso de crear identidad cultural y del reconocimiento y valoración de lo que somos cada uno, de nuestra propia identidad cultural y del reconocimiento de la identidad del otro. Así es como podemos vivir con los demás, respetando lo que son.

La autora de esta nota es profesora.