Academia Nacional de Ciencias de Bolivia
A principios de la década de los años setenta, con motivo de la reunión entre los entonces presidentes Hugo Banzer de Bolivia y Ernesto Geisel del Brasil para tratar la posible venta del gas boliviano, se incluyó una cláusula para que el Brasil financie la instalación de una planta siderúrgica en Bolivia. Los entretelones de aquella reunión son diversos, pero fueron el comienzo de una enconada disputa entre autoridades de Santa Cruz y Cochabamba, las que pugnaban para que el hierro que se debía utilizar fuera, según los cruceños, con el hierro del Mutún, mientras que los cochabambinos alegaban que la siderurgia debía ser con el hierro de Changolla.
En esa época el mercado mundial de la siderurgia estaba saturado y no era precisamente recomendable instalar una planta siderúrgica con miras a la exportación y más bien se debía mirar al mercado interno, aunque de todas maneras este era demasiado pequeño y apenas y con mucho riesgo se podría pensar en una mini acería.
Tomando en cuenta ese importante factor se creó la empresa SIDERSA para que estudie las posibilidades y es así que se contrató a la empresa Mc Kee para que analice las posibilidades de desarrollar el Mutún y a la empresa Kaiser para que vea las alternativas de Changolla. Efectivamente ambas empresas hicieron su trabajo y resultaba claro que la siderurgia debería iniciarse con el mineral del Mutún, debido a su mega tamaño y a que Bolivia no podía ni debía pensar en dos siderurgias por la razón anotada de la ausencia del mercado.
Pero era muy difícil convencer a los cochabambinos de aquello, se formaron comisiones de los comités cívicos y las corporaciones de desarrollo de ambos departamentos y se produjeron reuniones verdaderamente acres, cada una de las cuales defendía sus puntos de vista a ultranza. Finalmente los cochabambinos cedieron y los cruceños se llevaron la empresa SIDERSA a Santa Cruz, cambiándole el nombre por Empresa Minera del Oriente, pero una vez más los esfuerzos fueron vanos por falta de energía en Santa Cruz, la ubicación del yacimiento y sobre todo la falta de mercado para el acero.
Pero como todo cambia en el mundo, con el ingreso de la China al mercado, las condiciones son inmejorables para instalar no una sino varias siderurgias, pues la demanda de mineral de hierro en el mundo es imposible satisfacerla, mientras tanto Santa Cruz se debate en peleas con la famosa Jindal de la India, que no se decide o no puede invertir lo necesario para hacer realidad este anhelado proyecto que es la columna vertebral de la industria de un país.
Lo curioso sin embargo es que los cochabambinos no abren la boca, hace más de un año pregunté a la Gobernación de Cochabamba si estaban haciendo algo al respecto y el responsable me informó que se estaba analizando posibilidades con no sé cuales yacimientos de mineral de hierro, pero ¿y Changolla?, si es un “queque” listo para ser devorado creando miles de nuevos puestos de trabajo, grandes cantidades de divisas y sobre todo abriendo las puertas de la industrialización. A veces me da la impresión de que no se conoce muy bien sobre una industria que es vital para el desarrollo y es más importante que el propio gas natural, ya que además contribuye con su tan cacareada industrialización. Sólo me queda gritar ¡despierta Cochabamba!
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