Lo que no debemos callar
Cuando el país es sacudido por algunas protestas que derivan finalmente en bloqueos, marchas y vigilias, inmediatamente los áulicos del gobierno de Evo Morales endilgan a la derecha como la causante de estos accidentes sociales. Cuando algún crítico decide levantar su voz frente a los errores del Gobierno, inmediatamente la respuesta es que se trata de una estrategia de la derecha. Pero cuando se organiza otra marcha contraria a las que en el pasado se produjeron, obviamente que sería de la izquierda o del MAS, por cuya razón no es observada por el Gobierno.
Lo sucedido en la localidad de Yapacani inicialmente fue calificado por el Gobierno como originado por la derecha, que pretendía la destitución del alcalde David Carvajal, precisamente del MAS, cuando en realidad fue el descontento del propio pueblo de Yapacani que en un gran porcentaje parece ser parte del masismo.
No debemos olvidar que los sucesos de la Calancha en Chuquisaca, Caranavi en La Paz, donde de la misma manera hubo muertos, se los calificó como originados por la derecha, y se pretendió reeditar hoy los mismos argumentos, con la pretensión de invalidar la reacción de todo un pueblo que ha descalificado a su autoridad municipal, pero que infelizmente ha hecho incurrir en serios errores a funcionarios del Ejecutivo, con detrimento de la imagen democrática que dice respetar, al extremo de que llegan voces de organismos internacionales que no sólo lamentan aquellos sucesos violentos, sino que condenan dichas actitudes y piden una severa investigación para establecer responsabilidades.
Lo curioso es que el diputado nacional Franklin Garvizu, de las filas del oficialismo, precisamente representante de la circunscripción de Yapacani, que otrora defendía a ultranza a las autoridades gubernamentales (y entre ellos a Evo Morales), pese a que dicha defensa no era congruente con las conductas y actitudes de sus defendidos, hoy aparece observando la conducta y actitud del ministro de la Presidencia Carlos Romero, del ministro de Gobierno Wilfredo Chávez, de la ministra de Autonomías Claudia Peña y del comandante general de la Policía Boliviana Gral. Santiesteban, a quienes responsabiliza de los resultados que conoce la opinión pública, desligando de ella tanto al Movimiento Sin Miedo (MSM) como a la derecha.
Esto quiere decir que no habían sido los de la derecha los que causaron semejante inestabilidad en Yapacani, lo que determina reconocer que tampoco los otros sucesos fueron resultado de la intervención de la derecha. Pues no se debe ignorar que es en el interior del MAS donde se han originado disputas y continuarán las mismas en el futuro, porque es leal reconocer que se está demostrando que en dicha organización política más prima el interés personal que el interés general. Yapacani es una muestra de ello, porque así lo ha reconocido aquel representante nacional, señalando de David Carvajal lo siguiente: “El único mérito de este señor era que fue de Orinoca y trompetero. No son méritos políticos”, con lo cual se desnuda claramente que la improvisación se encuentra institucionalizada en el país, contra cuya actitud hemos formulado críticas permanentes.
Aquí corresponde anticipar que estamos frente a la posibilidad de enfrentamientos entre indígenas y campesinos, emergentes de la revisión de la Ley Corta, y así se colige del anuncio efectuado por la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia (CIDOB) que ha anunciado iniciar la Novena marcha indígena, no solamente en defensa del TIPNIS sino de la propia democracia, tal como lo manifestó el dirigente indígena Fernando Vargas. Ojalá la sangre no llegue al río.
(El ejercicio del poder corrompe, y su sometimiento degrada).
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