Obras de Luis Zilveti decoran ambientes del Artespacio CAF

Dando inicio a un nuevo ciclo de exposiciones, el espacio cultural del banco de desarrollo de América Latina “Artespacio CAF” inauguró recientemente la muestra titulada “En el silencio de la noche” del reconocido artista boliviano Luis Zilveti, quien reside en París desde 1967.

A través de esta exhibición compuesta por 15 dibujos en mancha a la acuarela, el pintor nacional pretende mostrar que el inconsciente es un elemento importante en toda obra de arte.

“En la exhibición se evidencian personajes con trazos de pinceles enérgicos, a veces, violentos, que delimitan lo difuso; las huellas revelan el instante y lo fugaz”, sostiene Zilveti, quien se ha convertido en uno de los mayores exponentes del arte boliviano a nivel internacional.

Asimismo, añade que “En el silencio de la noche” las formas irrumpen el inconsciente como manchas efímeras que el papel aprisiona, para luego proyectarlas en el fondo oculto de la conciencia, abstrayendo la figura a su nivel más elemental.

TRABAJO ARTÍSTICO

La obra del maestro paceño se inscribe dentro de la corriente de la neofiguración expresionista.

En el último tiempo, los elementos plásticos que utiliza en sus lienzos se han ido sintetizando hasta convertir su propuesta estética en un consumado expresionismo de tendencia abstracta.

El lenguaje lírico del color y de las tenues formas se impone a lo evidente y real. A partir de este punto, para el artista, el acto de pintar se convierte en un gesto espontáneo en el que se expresa el discurso cromático.

El pintor y escultor francés Georges Braque decía: “La pintura no intenta reconstruir una anécdota, sino constituir un hecho pictórico”.

Luis Zilveti es dueño de un dibujo portentoso, de carácter sugestivo y ejecutado con línea segura. Trabaja con tinta, lápiz, pluma y sanguina.

Sus figuras que representan humanos o animales no respetan los principios anatómicos y se funden con manchas difuminadas en el espacio.

Cuida siempre de no evidenciar lo comúnmente previsible, dejando entrever un halo de misterio que envuelve a cada una de sus composiciones.

Sus cuadros nos ofrecen una ilusión óptica que nos revela seres espectrales, que parecen proceder del más allá, éstos aparecen y se desvanecen ese mismo instante ante nuestros ojos.

Deja a un lado el trillado discurso temático. Si bien pone un sugerente nombre a cada pieza, al mismo tiempo está invitando al esteta a participar en su interpretación y a ser un improvisado cómplice en su creación.

Su pintura se caracteriza porque juega con el claroscuro, además, en toda su obra mantiene una paleta de sobrio colorido. Los ocres, grises, negros, azules, blancos y rojos predominan casi siempre.

Las pinceladas son gestuales e imprimen tonalidades neutras, que, con precisas manchas, sugieren efectos cromáticos de luces y sombras que se funden con inconcretas figuras humanas, apenas evidenciadas a través de sutiles líneas. Surgen de su imaginación conspicuas atmósferas visuales que dotan sus obras de un evidente misticismo.

ARTISTA

Luis Zilveti nació en La Paz en 1941. Es uno de los más destacados artistas bolivianos contemporáneos. Pintor, dibujante, muralista y grabador. Actualmente reside en París desde el año 1967.

Zilveti se formó en la escuela de Bellas Artes de La Paz. Entre 1967 y 1968, gracias a una beca, otorgada por la fundación Patiño, fue residente en La Cité Internationale des Arts, en París (Francia).

Aprendió la técnica del grabado en el Taller Friedlander, también situado en París.

Ha sido acreedor de importantes reconocimientos, entre ellos destacó el Gran Premio del Salón Pedro Domingo Murillo en 1964 y 1969; el Primer Premio de dibujo en tinta fresca de la Fundación BHN, en La Paz 1997; en 1975 recibió el Segundo Premio de la Unesco y en 1993, el premio E.J.A. en Monte Carlo.

Desde su producción temprana, allá por los años 60, buscó la síntesis de la figuración, sin embargo, en aquel tiempo su dibujo era resuelto con mayor meticulosidad. Por otro lado, su pintura tenía una gran afinidad por el uso de la materia, utilizando con frecuencia la espátula para conseguir fuertes texturas que le dotaban de mayor expresividad.

En la década de los 70 abandonó el uso de la espátula y confirió a su pintura mayor soltura y plasticidad, auxiliado sólo por el pincel. En los años 80 comienza una constante búsqueda de la estilización de sus figuras. A partir de los 90 realizó importantes murales que se sitúan en instituciones públicas y privadas, como la Cancillería de la República de Bolivia, la Iglesia de la Exaltación en Obrajes, el hotel Radisson, la Fundación BHN, colegio Franco-Boliviano y el hotel Camino Real de Santa Cruz de la Sierra, entre otros.