En una visita muy reciente a mi viejo amigo (en ambos sentidos: tiempo y amistad) Edgar Camacho Omiste, tuvo la gentileza de mostrarme un libro que lo tiene concluido y que aún no ha decidido cuándo lo envía a publicación, esperemos que pronto, ya que su trayectoria como intelectual y diplomático a lo largo de su vida profesional, son garantía de que será un aporte intelectual importante, en un área difícil y necesaria para todos los países.
El título es muy sugestivo: “El sentido común en las relaciones internacionales”. El cual en su parte final, que tuve oportunidad de hojear rápidamente, aborda esta forma de analizar la política internacional del país, donde permanentemente nos toman el pelo. Porque este es el menos común de los sentidos.
Sin ser diplomático, pero con algunos años de experiencia en el campo internacional por mi periodo de funcionario en la Junta del Acuerdo de Cartagena, creo que el título es muy sugestivo y válido. Algunas de mis observaciones en nuestras relacionales internacionales con nuestros vecinos serían las que siguen.
Bolivia - Perú. Durante la actual gestión gubernamental, por la carencia de sentido común, hubo un par de años de intercambio de opiniones inadecuada entre Alan García y nuestro Presidente. Dimes y diretes, banalidades que enturbiaron la relación entre ambos países. Pese a que ambas naciones tienen una raíz histórica común. Perú cambió de embajador en nuestro país, con sentido común, envió a alguien sagaz que sacrificando dos peones bolivianos: Fortún y “chito” Valle, y reactivando el convenio sobre la concesión de facilidades en el puerto peruano de Ilo, restableció las cordiales relaciones. ¿Ha habido algún avance en relación con Ilo? Ninguno, como en anterior oportunidad, el convenio no ha sido aprobado por el Congreso Peruano. Sigue la falta de sentido común.
Bolivia - Chile. El centenario problema de nuestro encierro por la pérdida de nuestro Litoral, unido a otros abusos por parte de Chile que siguen vigentes: desvío de las aguas del Lauca, uso sin compensación de las aguas del Silala, la oferta de pago de un 50% sobre el valor de las mismas ha quedado en nada. De parte nuestra los potosinos periódicamente envían comisiones para “echarle un vistazo” a la zona, proponer iniciativas para el aprovechamiento de las aguas por parte nuestra: como poner una envasadora de agua, generación de hidroenergía, uso para riego, etc., etc. Pero nada pasa. Nuestra falta de sentido común en esta materia pasó por su mejor momento en la “agenda de 13 puntos” con los que la señora Bachelet encandiló a la actual administración divulgando la idea de que las “relaciones pasan por su mejor momento”. ¿Será que el anunciado viaje de su Excelencia a La Haya en febrero traerá las luces y el apoyo internacional de esta Corte Internacional para resolver el problema? O es una nueva prueba al sentido común de nuestra política internacional.
Bolivia - Brasil. Desde el abrazo de Geisel y Banzer que firmaron un convenio para el desarrollo de un complejo petroquímico en la frontera, que permitiría industrializar nuestro gas, hasta las periódicas visitas de Lula, primero como Presidente y luego como ex para apoyar la construcción de la carretera mediante el contrato con OAS, nuestra falta de sentido común en esta relación bilateral nos tiene presos para exportarles simplemente gas y dispuestos a sacrificar un Territorio Indígena y Parque Nacional, para llevar adelante un contrato que beneficia al Brasil en todo sentido y a otros actores nacionales cuya misión no parecería ser muy santa.
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