OPINIÓN AGRARIA
Cuando los agricultores tienen la inquietud de sembrar más para producir más alimentos nuevamente se ven abandonados a su suerte por la falta de asistencia técnica o capacitación en el campo, ante la presencia de una infinidad de enfermedades en los sembradíos que están afectando a sus cultivos por la falta de capacitación para controlar el efecto de plagas y enfermedades que a diario les afectan y reducen el rendimiento en los productos que ellos siembran con mucho esmero.
Ese el caso del “gorgojo de los andes”, en el caso de la papa, “la mosca de la fruta” que afecta a cultivos de frutales, como las chirimoyas, cítricos; la “broca” que afecta al café, “la filicularia” al trigo, la “roya” a la soya, el “gusano barrenador” que afecta al maíz, etc. en la agricultura y en el caso de la ganadería con mayor incidencia al ganado, “la fasiola hepática” que afecta a bovinos, camélidos y ovino en el altiplano así con mayor incidencia, “la fiebre aftosa” y otras enfermedades, que hoy están afectando a muchos sembradíos en el campo y al hato ganadero, que evita una mejor producción en el campo.
Sin embargo se habla de seguridad y soberanía alimentaria y cómo puede haber si no se toman las previsiones para capacitar a los campesinos en estos temas que requieren soluciones urgentes ante estos problemas en la productividad, por lo que se ven a su suerte y aunque se ha anunciado apoyar en el proceso productivo a las comunidades campesinas, ellos se hallan librados a su suerte, en el área rural en donde la presencia del Estado ha desaparecido en estos últimos tiempos.
La ausencia de políticas de estado a corto plazo para el tema de asistencia técnica y capacitación agropecuaria, ha dejado en el olvido nuevamente las inmensas áreas de cultivo en el altiplano, valles y oriente en donde se suma el efecto el fenómenos climáticos como la sequía, las fuertes lluvias y granizos e inundaciones que han devastado la escasa producción y donde precisamente habita gente de bajos recursos económicos es la más afectada, que en la mayoría de los casos dedica esta producción para su supervivencia.
No deja de ser paradójico que un país que se precia de tener 1535 variedades de papa nativa tenga que importar más del 50% para su consumo, así como papa de contrabando de Argentina y Perú. Porque no impulsar esta actividad en el que podrían estar inmersos miles de comunidades originarias campesinas.
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