Terror intrafamiliar

La violencia intrafamiliar tiene como actor al agresor que ingresa con límites insospechados al área de la irascibilidad para demostrar su supremacía, infligiendo golpes sin determinación aproximada de la gravedad, proporcionalidad o de la incidencia de los mismos en el futuro de la mujer agredida o de los niños.

El agresor no se da cuenta que con su violencia incontrolada se agrede a sí mismo, pues desde el mismo momento en que retorna la calma sufre la implacabilidad del remordimiento por las acciones realizadas, siendo aquél de presencia constante y de aturdimiento del agresor, que no puede encontrar sosiego hasta redimir su culpa ante las personas agredidas.

La violencia intrafamiliar se manifiesta después de la agresión con un arrepentimiento o remordimiento que no dura mucho, pues la tendencia a la agresión erosiona a la primera oportunidad. El agresor no se domina y reincide para tratar de imponer dominio y como este ciclo puede ser interminable, lo más aconsejable es que el agresor busque ayuda profesional si quiere aquietar definitivamente estos irreprensibles deseos de agredir, además de reconciliarse con Dios, para buscar fortaleza moral.

El egocentrismo del agresor lo obnubila y traspasa el ámbito de los derechos de los demás porque quiere imponer la problemática de su trabajo o actividades. El trabajo y el hogar son totalmente complementarios y esta norma debe prevalecer para evitar las continuas disputas en el hogar con presencia de los niños. En el hogar se debe hablar bien del trabajo y en el trabajo hacerlo bien del hogar, de tal forma que se exprese un equilibrio en la persona y en sus diferentes roles. Los niños sabrán apreciar esta actitud y las actividades en el hogar se reducirán al cariño y a la elevación de la autoestima.

Es vital mantener la autoestima en los hijos con un comportamiento adecuado y respetuoso entre los cónyuges, ya que esta autoestima sufre afrentas constantes en relación con las opiniones de los demás, por lo cual para mantener una elevada autoestima se debe enseñar a los niños a creer en sí mismos para consolidarla, ya que siempre a lo largo de la vida habrá que asumir con verdadero estoicismo la independencia frente a la variabilidad y fluctuación de las opiniones de los demás.

Está comprobado porcentualmente que los niños que provienen de hogares con ejercicio de violencia intrafamiliar frecuente están más expuestos a ser expulsados o amonestados severamente en el colegio o escuela, configurando proclividades a ser “niños problema” y en el futuro personas adultas con profundos síntomas de desasosiego e inestabilidad emocional, que les limitan un relacionamiento normal con los demás.

El autor es Abogado Corporativo,

postgrado en Arbitraje y Conciliación.