El escritor y crítico literario Carlos Castañón Barrientos, ex Director de la Academia Boliviana de la Lengua, en días pasados efectuó la donación de su biblioteca especializada en literatura universal y nacional, en el aula maga de UDABOL, a favor de la ilustre corporación que otrora el presidiera con acierto y alta responsabilidad. Se trata en realidad de 3.000 libros y de otros mil entre folletos y publicaciones periódicas que forman la hemeroteca de 79 volúmenes (Presencia Literaria, EL DIARIO, Última Hora y Hoy).
La oportunidad sirvió para que la Academia la rindiera un sentido homenaje por sus 40 años de labor, en pro del idioma y de la cultura boliviana. Donación de libros e impresos que fueran cómplices de las inquietudes y realizaciones del escritor chuquisaqueño, quien supo animar la actividad literaria del país en suplementos literarios hoy desaparecidos de escena y, de modo particular, en las páginas de la revista SIGNO, de contenido y continente siempre acicalados, de circulación en universidades y centros culturales del exterior.
De igual modo, aquellos libros de que hablamos se transformaron en la almohada de cabecera, a la que en todo momento Carlos solía recurrir para consultar, preparar y dictar clases universitarias en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, sin descuidar citas, precisiones ni anécdotas de una legión de autores. A este propósito, uno de sus alumnos, Blithz Lozada, hoy académico, recordó que su maestro subía a pie doce pisos en el monoblock de la UMSA a las 7 a.m.; por lo que a su turno el escritor aclaró que “no había servicio de ascensor a esa hora y que como hombre criado en el campo, estaba preparado para ello”. En su vasto quehacer, Castañón en la faceta de catedrático dejó numerosos discípulos, desperdigados en la extensa geografía patria.
Libros, en fin, que constituyen la suma de los afectos de Carlos, de su querencia y pasión por las letras en la travesía existencial. Sin ellos tal vez poco o nada habría significado la vida para él. No debió ser fácil, por tanto, desprenderse de ese cúmulo de libros que le acercaron a mil maestros, héroes y fantasmas que pueblan la literatura, haciéndole gratas las horas y los días de interminables lecturas. Y tras estos desvelos, en afán persistente y equilibrado, la construcción de líneas y líneas en los periódicos y que luego aparecerían bajo la cubierta de obras literarias, sobre todo de crítica, que sirvieron de guía y divulgación de nuestros exponentes. Sin crítica no hay curiosidad por la lectura y, menos aún, ánimo para adquirir libros.
El Director de la Academia de la Lengua, Mario Frías Infante, tuvo a su cargo las palabras de agradecimiento a Castañón Barrientos por tan singular donación, habiendo hecho un recuento del paso del escritor por la Academia, ya como miembro de número, secretario, vice director y director, a lo largo de cuatro décadas. Destacó los estudios y contribuciones que hizo a la riqueza del idioma, mediante congresos realizados en Santiago, Lima, Caracas y Madrid, integrando comisiones con sus homólogos de otras academias.
José Roberto Arze, bibliotecario y miembro de la Academia, a tiempo de ponderar la “donación de una verdadera riqueza bibliográfica”, puntualizó que la biblioteca de Castañón constituye la cuarta sección en orden cronológico, agregándose a las anteriores donaciones de Juan Quirós, Porfirio Díaz Machicao y Beatriz Schulze Arana. A ello se añade una quinta sección formada por donaciones de amigos de la Academia, que a la fecha cuenta con un patrimonio de 15.000 volúmenes que se encuentran en custodia de la Universidad de Aquino Bolivia.
Arze, asimismo, entregó a los asistentes al acto un folleto de su autoría sobre Bibliografía Preliminar de Carlos Castañón Barrientos, en cuya presentación expresa: “La Academia Boliviana de la Lengua creyó oportuno aprovechar esta ocasión para rendir un homenaje en vida a uno de sus más destacados miembros y directores. Parte de ese homenaje son la exposición bibliográfica de su obra y la presente bibliografía preliminar”.
Como no podía ser de otra manera, cerró el acto Carlos Castañón Barrientos, quien matizando sus expresiones con citas de varios autores nacionales y extranjeros se refirió al enorme valor del libro y de la lectura, hoy, según dijo, amenazados por las pantallas de televisión, el internet y la computadora. Y el propio idioma -agregamos nosotros-, recibe los embates irrespetuosos del e mail y de @gmail.com, salpullido que afea el rostro del español con otro tipo de menú que deforma su estructura. El tema descansa, sin embargo, no en dar pelea sino más bien aprender a convivir, tal como sucede al interior de cada matrimonio.
Llamó a la sonrisa que Carlos, con excesiva modestia, agradeciera a la Academia por haber decidido aceptar la donación de sus libros, aunque en rigor -en el campo jurídico- debe existir aceptación del beneficiario para que surta efecto.
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