Al iniciar una nueva gestión, el Presidente renovó su equipo ministerial. La verdad es que, en seis años de gobierno, solamente han sido removidos algunos secretarios sin que se note cambios de personas; es decir que un ministro pasó a otro ministerio, con la certeza seguramente de que habrían adquirido alguna experiencia. En el sentir de la colectividad, la mayoría de los ministros ha dejado mucho que desear tanto por la falta de coherencia en el gobierno como por la escasa preparación de quienes, se supone, deberían contar con la suficiente idoneidad para atender los asuntos de su despacho.
Conforme las experiencias sufridas en seis años, los cambios que se produjeron y aquellos que sean posteriores, seguramente se deben a la intención de implantar las “políticas de cambio” que el régimen se propuso durante años y que, por inseguridades o por diversas razones, no fueron llevadas a la práctica. La verdad es que, para el pueblo, lo previo a renovar cualquier política es que cada persona cambie conductas, tome conciencia de país y sepa cómo desenvolverse. Se espera ahora que cada colaborador del Presidente esté imbuido de valores que permitan encarar políticas que sirvan al país y no al “partido”.
Hay que convenir en que los cambios pregonados no han sido llevados a cabo porque no hubo reacción en los protagonistas para hacer efectivas nuevas programaciones de las políticas que el Gobierno anunció llevar a cabo, especialmente cuando se protesta contra el capitalismo y anuncia la adopción de líneas enmarcadas en el socialismo comunista. Hasta ahora, que se sepa, nuestro país sigue en la posición de ser capitalista porque todo el comportamiento está inmerso en los principios que rigen la mayoría de los programas económicos del continente porque las experiencias han mostrado que el socialismo comunista ha fracasado.
El comportamiento de los integrantes del partido de gobierno muestra que efectivamente hay poses materialistas que son contrarias a los principios liberales y hasta religiosos y cada quien, especialmente cuando deba asumir cualquier función en la administración del Estado, adopta conductas que parecen estar enmarcadas en materialismos cerrados que rechazan hasta juramentos y promesas que se hacían al aceptar el ejercicio de funciones en el aparato estatal.
Para nadie es un secreto -y menos tiene que ser para el propio Gobierno- que la renovación en el ejercicio ministerial es necesaria e importante, porque el equipo que había y los pequeños cambios en el pasado, no eran lo que deberían ser y menos colmaron las expectativas que tenía el Primer Mandatario que, con seguridad, hizo conciencia de la urgencia de cambios, y enfrentar los desafíos del futuro.
Será preciso, pues, que el Presidente y su entorno actúen con la equidad, ecuanimidad y responsabilidad necesarias partiendo del principio de que quienes cooperen al Gobierno deben renunciar a poses y ambiciones personales, que sean poseedores de valores que permitan un actuar honesto y productor de realizaciones que el país espera. Es de esperar que los cambios no estén supeditados a los intereses de partido y menos obedezcan a nepotismos e inclinaciones a prácticas que estén alejadas de la vocación de servicio al bien común.
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