De la mitología griega
El inquieto dios del amor
Dentro de la mitología griega, Eros (en griego antiguo Ἔρως) era el dios del amor, de esa atracción irresistible entre el macho y la hembra en todas las especies animadas, del deseo sexual y la fertilidad, el que conserva la perpetuidad de la vida. En torno a Eros se crearon fábulas de un dios travieso e inquieto, cuyo flechazo despertaba un alocado sentimiento hacia la otra persona. Su equivalente romano era Cupido.
Hijo de la bellísima Afrodita y Ares, desde su nacimiento Eros, el que inspiraba amor, de pronto se convirtió en el espanto de los hombres y de los dioses, por lo que Zeus, el dios de los dioses, previendo los problemas que iba a causar lo expulsó del Olimpo. Entonces su madre lo confió al cuidado de las fieras que habitaban en las selvas de Chipre.
Pasó el tiempo, y Afrodita se dio cuenta que su hijo no crecía y le consiguió un compañero llamado Anteros y juntos crecieron, de ahí se dio que el amor aislado y solo, decrece y se extingue. En algunas versiones, Eros tenía dos hermanos: Anteros la personificación del amor correspondido, e Hímero, la del deseo sexual.
Mientras esto ocurría, en la antigua Hélade, vivía un rey que tenía tres hijas, siendo Psiquis o Psique, la más pequeña y la más hermosa de todas. Tan exquisita y bella era que llegó a rivalizar con la diosa Afrodita, que no tardó en ponerse celosa e indignada, porque la belleza de Psiquis había atraído la atención de los hombres y estos habían dejado de rendir culto a la diosa, entonces urdió un plan, ordenó a su hijo Eros que la hiciera enamorarse, como castigo, del más despreciable y feo de los hombres.
Eros partió risueño en busca de Psiquis, había preparado su arco y al herirla con su flecha, ésta se enamoraría del primer hombre que viera. Esa noche, mientras la joven dormía, se acercó sigilosamente a su lecho y sin mirarla apenas la hirió con uno de sus dardos, y sucedió lo que nunca pensó Afrodita, Psiquis despertó sobresaltada mirando en derredor, sin comprender lo que había sucedido, Eros que se había hecho invisible, la contempló y admirado de su belleza, su corazón empezó a latir con fuerza. La hermosa princesa volvió a recostarse y se durmió de nuevo. Entonces Eros, inclinándose sobre ella, rozó con sus labios los de Psiquis, era un beso sutil, pero al apoyarse en el lecho se produjo una pequeña herida con el mismo dardo con el que había herido a la joven, ahí termino la infantil travesura de Eros, en ese momento se convirtió en hombre... En un hombre enamorado.
Desde aquel día, con el poder que tenía de hacerse invisible, Eros siguió a Psiquis por todas partes, cada vez más enamorado de ella, olvidando la promesa hecha a su madre.
Tan enamorado como estaba, la hizo transportar por los céfiros (vientos suaves) hasta un hermoso palacio rodeado de jardines donde la dejaron dormida, y allí, Eros, sin ser visto la visitaba todas las noches, desapareciendo con cierta precipitación antes de que saliera el sol. Así empezó para Psiquis una dicha que se deslizaba en las sombras de la noche, y al asomar la aurora Eros siempre la abandonaba.
Mientras tanto sus dos hermanas habían contraído matrimonio, el padre preocupado por la repentina desaparición de su hija Psiquis fue a consultar al oráculo de Apolo, sobre la suerte que había corrido, el oráculo le dijo que tenía por esposo a un monstruo feroz, que gustaba de atormentar a los dioses y aun a los mismos hombres.
Enteradas las hermanas de que Psiquis vivía un misterioso romance, la fueron a visitar a su magnífico palacio, allí, llenas de envidia la hicieron creer que aquel amante que la visitaba solamente en las noches era un monstruo horroroso, que tarde o temprano terminaría devorándola, entonces le llenaron de malos consejos:
Solo hay un medio de salvarte, esconde en tu lecho un puñal bien afilado, para cortarle la cabeza, procúrate una lámpara, llena de aceite, que encenderás en el momento en que se quede dormido y descubrirás este misterio. Nosotras acudiremos en tu auxilio en cuanto muera el monstruo y te llevaremos a casa junto con todas tus riquezas.
En cuanto se marcharon sus hermanas, Psiquis se dispuso a ejecutar los consejos, pronto llegó la noche, y con ella el desconocido amante. Mientras Eros dormía despreocupadamente, Psiquis, temblando saltó del lecho en busca de la lámpara, la luz que acababa de encender iluminó la alcoba y descubrió con gran sorpresa que aquel misterioso amante era nada menos que el más hermoso de todos los dioses. Quiso besar los labios entreabiertos de Eros, pero la fatalidad hizo que al inclinarse de la lámpara cayese una gota de aceite caliente sobre el pecho desnudo de su pareja, y lo despertó. Enojado, al ver que su secreto había sido descubierto, saltó rápidamente del lecho, le había advertido en varias ocasiones a Psiquis que no tratara de saber quién era, bajo pena de perderlo para siempre. Tras reprender a la joven por su curiosidad y desobediencia desapareció para no volver, sin escuchar las súplicas de su amada. El suntuoso palacio y los bellos jardines también desaparecieron, y Psiquis se encontró de pronto sola en un lugar árido y desierto.
Desesperada y sumida en el abandono, la joven amante intentó suicidarse arrojándose a un río, pero el mismo Eros, que aún amaba a Psiquis frustró sus intentos gracias al poder de hacerse invisible. Entonces se dedicó a ir errante de templo en templo buscando a su querido esposo, pero antes se vengó de sus envidiosas hermanas haciéndolas morir despeñadas.
Afrodita, la madre de Eros, que se había enterado de lo sucedido fue presa de ira y mandó atrapar a Psiquis para convertirla en su esclava sometiéndola a los más crueles castigos y cumplir con varios trabajos superiores a la fuerza humana. La sufrida princesa logró salir airosa de todas las pruebas gracias a la ayuda de Eros que la seguía amando en secreto.
Tanto sufrimiento conmovió a Eros quien acudió ante Zeus en busca de ayuda, el padre de los dioses convocó a todos los inmortales, y en un juicio que le fue favorable, se concedió a la infeliz joven el don de la divinidad, siendo convertida en una diosa más y Mercurio la llevó al Olimpo, reino de los dioses.
Después, Zeus casó a Psiquis solemnemente con Eros, las Gracias derramaron pétalos de flor sobre la novia y todos los dioses participaron de la alegre fiesta. Afrodita, que llegó a ser la suegra, reconciliada con la joven, tomó parte también de la fastuosa ceremonia nupcial.
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