Nadya Jacqueline Burgoa
Lo ocurrido hace pocos días con la senadora Carmen Eva Gonzáles es una muestra más de que este “proceso de cambio” anula los derechos y libertades individuales. Ahora resulta que cuando alguien fiscaliza y denuncia actos de corrupción cometidos por gobernadores y otras autoridades pertenecientes al Movimiento Al Socialismo, termina siendo perseguido y/o encarcelado. Mientras, jueces y fiscales se mueven con asombrosa agilidad para sacar a autoridades opositoras ante una simple denuncia, sin importar que fueron elegidas por el voto mayoritario.
En nombre del proceso de cambio, los verdaderos culpables de las muertes en Huanuni, Porvenir, La Calancha, Caranavi y Yapacani son “intocables”. El caso de la represión a los indígenas del TIPNIS en Chaparina es otra muestra de impunidad vergonzosa, ya que uno de sus presuntos autores (Sacha Llorenti) hasta recibió felicitaciones del presidente Evo Morales.
Nuestra sociedad ha entrado a un estado de anomia preocupante, porque quitar la vida, en lugar de ser algo condenable, simplemente se torna en un buen pretexto para amedrentar, perseguir, encarcelar y acallar al opositor. En otras palabras, los muertos siempre son achacados a la derecha, a los neoliberales y a los opositores y, lo peor de todo, es que las víctimas resultan siendo los acusados. Mientras jueces y fiscales supuestamente “investigan” los diversos hechos sangrientos, solamente se aseguran de que los verdaderos autores intelectuales y materiales de tantos asesinatos, sean encubiertos y protegidos.
¿Gobernar obedeciendo al pueblo?, si fuera así, el presidente Evo Morales respetaría la Ley corta que él mismo firmó y que fue respaldada por todos los bolivianos para la protección del TIPNIS. Si realmente el actual Gobierno obedeciera al pueblo, respetaría la Constitución Política del Estado que fue aprobada con derramamiento de sangre y consultaría a los pueblos indígenas, antes de firmar contratos lesivos a sus intereses.
Si el Presidente del Estado Plurinacional gobernara obedeciendo al pueblo, el voto nulo que fue mayoritario en octubre habría sido suficiente para no posesionar a sus autoridades judiciales ilegítimas y que fueron elegidas únicamente por la bancada oficialista.
Llenarse la boca hablando de democracia es un doble discurso que los bolivianos ya no aceptamos. Ya no hay democracia si no podemos expresarnos libremente; si los medios de comunicación son constantemente amedrentados; si nuestro voto para nada sirve y es echado a la basura; si autoridades que fueron legítimamente elegidas al poco tiempo son sacadas con mentiras y engaños; si hay muchas personas que tuvieron que huir del país ante el llanto y desesperación de sus familias; si hay tantos presos políticos sin sentencia por el solo hecho de haber luchado por las autonomías; y si cualquiera puede ser apaleado por solamente gritar ¡Democracia!
Murió la democracia porque quienes ofrendaron su vida (muchos de ellos jóvenes como Cristian Urresti) fueron cruelmente asesinados, ante tímidos pronunciamientos del Defensor del Pueblo, Naciones Unidas, OEA, etc.
Como conclusión, este mentado y proclamado “Proceso de Cambio” simplemente obedece a la angurria de poder y a los delirios de grandeza de nuestros actuales gobernantes.
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