Una acción conjunta de las fuerzas antidroga de los tres países se ha decidido mediante la firma de un convenio. La verdad es que, desde hace varias décadas, con el propósito de combatir a la transnacional de las drogas, entendiendo su enorme poder, los tres países, conjuntamente otros del continente, han decidido conformar cuadros de lucha; pero, debido a serias desaveniencias, no ha sido posible un trabajo homogéneo, decisivo y definitivo para erradicar al narcotráfico.
Nuestro país, conjuntamente los Estados Unidos, mediante los cuadros de la DEA - organización especializada para combatir a las drogas, su producción, comercialización y consumo - ha conseguido éxitos resonantes que, con el tiempo, han resultado insuficientes por el crecimiento cada vez mayor del negocio ilícito que se ha expandido por diversos sitios de nuestro territorio, hasta contar con pozos de maceración de las hojas de coca y fabricación de pasta base y cocaína cristalizada en zonas agrícolas y en las ciudades.
Los años 60 han sido decisivos para el crecimiento del letal negocio. Estados Unidos - algunas veces en conjunción con Naciones Unidas, Japón, Alemania y Brasil - ha desplegado labores drásticas para combatir a las drogas. Se ha organizado programas como la Producción Alternativa, utilizando muchos millones de dólares para reemplazar los cultivos de coca con bananos, piñas, tomates, pimienta, café, palmitos, hierbas medicinales y una serie de otros productos, pagando, en principio, 2.500 dólares por hectárea erradicada; posteriormente, este monto no fue directamente al campesino propietario de los terrenos cultivados sino que benefició a las regiones mediante obras de beneficio comunal.
El proyecto fracasó porque fueron los mismos cocaleros los encargados de boicotearlo y hasta lograron incrementar sus tenencias de tierras para nuevos cultivos de coca utilizando el dinero recaudado con el plan original. Estas políticas alternativas lograron, de todos modos, resultados contrarios a los esperados porque enriquecieron más a muchos campesinos cultivadores de coca hasta convertirlos en industrializadores y comercializadores de las drogas.
El convenio tripartito entre Bolivia, Estados Unidos y Brasil, seguramente propone una lucha conjunta; pero queda el temor de que no pueda ser efectiva mientras no haya planes coherentes y se maneje fuerzas muy capaces para conseguir no sólo la interdicción de drogas sino la supresión de plantaciones de coca, su cosecha y nuevos cultivos, aparte de la industrialización que adquirió grandes proporciones en nuestro territorio. Las experiencias pasadas en las últimas tres décadas muestran que sólo los acuerdos no sirven mientras no haya práctica de planes efectivos como los de la DEA para erradicar definitivamente los cultivos de coca y la producción de droga.
Planes especiales en educación y salud, acciones en centros de tratamiento y hasta en educación a padres de familia, al margen de fortalecer los cuadros para acciones punitivas terminando en la vigilancia por tierra, aire y centros poblados para evitar la presencia de comercializadores y consumidores tendrán que iniciarse pero sin contemplaciones de ninguna clase; de otro modo, cualquier acuerdo quedará en nada y en los resultados sólo servirán para hacer más inmune e impune la acción del narcotráfico, cuyo poderío es cada vez mayor.
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