Sacos de ropa usada con todo tipo de prendería son ofrecidos sin control ni la higiene debida en la Feria 16 de Julio de la urbe alteña, según pudo evidenciar EL DIARIO en visita al lugar.
Benedicta Chura cuenta con un puesto de venta en la población de Charazani y cada dos meses adquiere fardeles de ropa en la Feria 16 de Julio, con la finalidad de poder mantener a su familia compuesta por cinco miembros, actividad a la que tuvo que dedicarse hace dos años, ante la falta de empleo seguro y digno para su esposo y ella.
“Ahora me estoy llevando tres fardos de ropa, uno de liviana y dos de pesada, porque en este caso el sector de provincia, como ya vamos a llegar a la temporada de frío, prefieren más las chamarras, pantalones y chompas. Mientras que en el tema de la ropa liviana, las blusas, las camisas y pantalones de tela son los que más gustan y si tengo suerte algunas prendas incluso son bien bonitas con las cuales puedo ofrecer al doble de precio”, comentó la comerciante quien luego de adquirir los tres fardeles solicitó a un cargador de carretilla trasladarlos hasta la avenida donde los vehículos de servicio público aguardan en sus paradas cercanas a la zona 16 de Julio.
El expendio de los fardos de ropa usada tiene diferentes precios que van desde los 50 dólares hasta los 300, dependiendo del tipo de prenda que se busca adquirir, siendo la mercadería expuesta desde las 07:00 horas.
Las comerciantes de dicho sector seleccionan de acuerdo a la demanda de sus productos con la finalidad de que al promediar las 10:00 de la mañana se entreguen los saquillos completamente seleccionados y precintados, listos para ser trasladados y abiertos en los puestos de venta de su clientela.
Por otra parte, los comerciantes no cumplen con el DS 28761 que prohíbe la comercialización e importación de ropa usada desde el pasado año, más bien exigen su derogatoria.
SIN CONTROL
Se ha solicitado que a nivel del municipio se efectué un control sobre la venta de la prendería usada pero el mismo hasta el momento no se realiza por lo que en los últimos cinco meses las casas aledañas a la feria alteña se han en puestos de venta de los fardos al por mayor.
Por su parte, los vecinos del lugar manifiestan que los comerciantes se sienten plenamente seguros que con el actual alcalde de El Alto, Edgar Patana, quien representa a su sector, no se tendrá ningún control.
“Por lo tanto como propietarios de las viviendas nos sentimos perjudicados en la ocupación de aceras y calzadas donde nada podemos hacer”, expresó una propietaria de las viviendas afectadas, quien por su seguridad prefirió mantener en reserva su nombre.
En su mayoría, son mujeres quienes están relacionadas al sector del comercio de prendería usada, las cuales a pesar de la serie de recomendaciones que se efectúan en los medios de comunicación sobre posibles brotes de hongos y otras enfermedades al interior de prendas de segunda mano, continúan efectuando su manipulación sin ninguna protección, incluso muchas de ellas al promediar el mediodía almuerzan en sus propios puestos de venta sin lavarse las manos.
“Desde las 06:30 trabajamos, estamos en nuestros puesto hasta las 18:30 y cuando ya está anocheciendo nos vamos porque después no es seguro quedarse hasta tarde, es por eso que desayunamos, almorzamos y tomamos nuestro té en el puesto de venta, con nuestros hijos, porque no tenemos otro empleo”, señaló Jimena Chambi, una joven comerciante quien atiende con su hijo de tres años en brazos.
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