Hay alerta en todo el país que muestra, con claridad meridiana, el peligro que existe de que los cultivos de coca abarquen los departamentos de Cochabamba, Santa Cruz, Beni y Pando. No estarían ajenos, por supuesto, muchos valles de Chuquisaca y Tarija. La Paz, con los Yungas como principal víctima, se ha convertido en emporio de las letales hojas. Quienes muestran estos peligros saben, por todos los estudios realizados, que el narcotráfico pretenderá abarcar más territorio.
Colombia y Perú han disminuido mucho la producción de coca y, consiguientemente, la fabricación de cocaína. Las fuerzas rebeldes de Colombia y Sendero Luminoso en el Perú, se han visto debilitadas por las acciones enérgicas que han adoptado los gobiernos para erradicar los cultivos; además, el propio narcotráfico ha visto que Bolivia es país débil para resistir los embates y, directamente o no, otorga las facilidades que se precisa, porque hay apoyo oficial a esos cultivos (empezando por los “khatos” de coca y las concesiones de tierras en sitios aptos para nuevos cultivos).
Para el narcotráfico, la transnacional más poderosa del mundo tanto por su tenencia de dinero como por los poderes políticos y sociales que tiene, nada es imposible y mientras pueda apoderarse de más regiones en Bolivia para cultivar hojas de coca, lo hará. Las pruebas son inmensas si se tiene en cuenta que tan sólo los Yungas arroja índices alarmantes sobre cultivos que producen grandes cantidades de toneladas de coca y, a la vez, han logrado erradicar árboles frutales, plantas medicinales y productos que antes ingresaban a los mercados de La Paz y Oruro.
Se dice que las pozas de maceración han disminuido. En parte, es evidente porque esas pozas aparecen en diferentes lugares del departamento y hasta del país por las facilidades y garantías que se dispone para su traslado y luego su industrialización hasta convertirla en pasta base y cocaína cristalizada. Las autoridades del Gobierno sostienen que “erradican permanentemente grandes extensiones de cultivos”; sin embargo, la oferta de la producción es cada vez mayor y la presencia del producto terminado, como es la cocaína cristalizada, es de permanente crecimiento y así lo confirman países vecinos que sirven de puente para ingresar a Brasil, Argentina, Chile y pasar a los Estados Unidos, Europa y Asia.
Es preciso reconocer que los empresarios de las drogas cuentan con aliados muy poderosos: las guerrillas o cuadros irregulares, el contrabando, la corrupción, los gobiernos dictatoriales y corruptos, conjuntamente grupos de personas de toda laya que, al calor de las dádivas de dinero, trasladan mucho poder a la producción de hojas de coca, fabricación de la droga, su movilización hacia los mercados y su comercialización.
Mientras el Gobierno no adopte medidas punitivas muy drásticas en contra de los cultivadores de coca, fabricantes y comercializadores, el crecimiento del letal negocio continuará indefinidamente. Pretextar con el calificativo de “hoja sagrada” a la coca no es más que eufemismo para justificar su crecimiento y evitar acciones que exigen tanto organizaciones internacionales como países vecinos que, con justa razón, se sienten víctimas del mortal negocio.
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