Moscú, (EFE).- Dos grandes bloques de ciudadanos rusos se manifestaron ayer bajo el mismo lema -Por unas elecciones limpias- en las ciudades del país para mostrar su rechazo o apoyo al candidato a la Presidencia, Vladímir Putin: más de cien mil en contra y otros tantos a favor sólo en Moscú, según sus líderes.
Unos y otros plantaron cara al frío: los opositores para demandar unas elecciones presidenciales limpias en marzo y la anulación de los resultados de las parlamentarias de diciembre, mientras que los partidarios se reunieron para defender la candidatura de Putin y la limpieza de los procesos electorales.
Las gélidas temperaturas, que rondaron los veinte grados bajo cero en la capital, no impidieron que más de doscientos mil manifestantes, según los respectivos organizadores, dejaran el calor de sus hogares para expresar su opinión sobre Putin y sobre las elecciones del pasado mes de diciembre.
Cuando los manifestantes opositores congregados en la plaza Bolótnaya y los partidarios de Putin reunidos en Poklónnaya Gorá empezaron a marcharse a sus casas, la policía calculó que los primeros fueron unos 34.000 y los segundos alrededor de 125.000.
Las autoridades policiales, al mismo tiempo, reconocieron que el acto opositor de ayer reunió a más gente que el anterior celebrado el 24 de diciembre en la Avenida Sájarov (Moscú), cuando la asistencia fue cifrada en 30.000 mil personas por las fuerzas del orden público y en cien mil por la oposición y los medios de comunicación.
En la plaza moscovita Bolótnaya, donde se celebró el pasado 10 de diciembre la primera multitudinaria protesta, sin precedentes en más de quince años, los manifestantes fueron ayer “al menos 120.000”, según exclamó desde la tribuna uno de los líderes de la oposición extraparlamentaria, Vladímir Rizhkov.
Para llegar a esa céntrica plaza de la capital, los moscovitas marcharon 2,5 kilómetros con pancartas que exigieron la dimisión del líder del partido del Kremlin, Rusia Unida, y recordaron a las autoridades que no han olvidado las masivas falsificaciones que se registraron en todo el país en las parlamentarias de diciembre.
Muchos se enfrentaron al frío, ataviados con abrigos de piel, calzados con “válenki” (típicas botas de lana rusas), con la cara tapada por pañuelos y bufandas para evitar congelaciones, mientras que algunos nacionalistas se pusieron máscaras integrales para impedir que se les vea la cara.
La oposición exigió la dimisión del presidente de la Comisión Electoral Central (CEC), Vladímir Chúrov, la liberación de los presos políticos, la anulación de los resultados de las elecciones parlamentarias de diciembre y la convocatoria de nuevos comicios.
Además exigieron a las autoridades que Grigori Yavlinski, del partido liberal “Yábloko”, cuya candidatura a la Presidencia fue rechazada por el CEC al no poder éste reunir dos millones de firmas válidas, pueda concurrir a los comicios presidenciales.
Moscú terminó por confirmarse como el gran bastión de la oposición para que no decaigan los ánimos de los descontentos con el oficialismo y sus modos de proceder, a pesar del frío y la feroz campaña del Kremlin para desvirtuar y deslegitimar sus argumentos.
Y es que el oficialismo representado por Rusia Unida, el partido del Primer Ministro, y los múltiples movimientos juveniles en los que se sostiene, sacaron ayer la artillería pesada a las calles de la capital rusa, donde según la policía lograron reunir a cerca de 140.000 personas.
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