Luego de la nacionalización de las minas de los llamados “barones del estaño” en 1952, se han sucedido varias reversiones o rompimiento de contratos, para que el Estado retome las operaciones mineras. Algunas de estas notorias acciones que no fueron bien planificadas u oportunamente realizadas, que fueron mal administradas y que al final remataron en fracasos económicos, se las describe en seguida en forma resumida.
Nacionalización de las Minas
Desde la década de 1930 existía la intención de nacionalizar las minas de Simón Patiño, Mauricio Hochschild y Carlos Víctor Aramayo (Gran Minería), cuyas exportaciones en la primera mitad del Siglo XX representaban entre el 70 al 75% de las exportaciones nacionales, poder económico que les dio tal poder político que lograron frenar las aspiraciones nacionalistas.
Esta alerta hizo empero que la Gran Minería opte por la explotación de sus yacimientos sin realizar las necesarias inversiones, vale decir sin reposición adecuada de reservas mineras ni maquinarias (se dice que muchas maquinarias fueron devueltas de puertos) y sin mejorar su tecnología, explotación que además se intensificó durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), en la que Bolivia fue el principal proveedor de los Aliados, al haber tomado el Japón el Asia Sudoriental, donde estaban los principales yacimientos productores de estaño (minas de Malasia e Indonesia entre otras).
Las masacres de Uncía en 1923 y Catavi en 1942, la fundación de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia en 1944 con Juan Lechín como Secretario Ejecutivo, la Tesis de Pulacayo preparada y expuesta por Guillermo Lora en 1946 y el desgaste de los “barones”, entre otros por las dudas que generaban sus estados financieros (denuncias de doble contabilidad y sobre capitalización para pagar menos impuestos), remataron en la Nacionalización de las Minas el 31 de octubre de 1952 (gobierno de Víctor Paz).
Lo que se nacionalizó demasiado tarde fueron minas en franco proceso de agotamiento (por ejemplo la ley de cabeza en Catavi, la mina más grande e importante, fue de 17% Sn en 1916 y 1,1% en 1952), con reservas muy disminuidas, con trabajos en mayor profundidad, con maquinarias en regular o mal estado, y con ingenios inadecuados para tratar minerales cada vez más pobres y más complejos, vale decir más difíciles de concentrar.
La intención nacionalizadora era no pagar indemnización, pero por la presión internacional entre 1953 y 1961 se pagó más de 22 millones de dólares (M$us). El Gobierno pagó además los beneficios sociales a todos los trabajadores (pago que correspondía a las ex empresas) y los recontrató; más aún, hasta 1956 aumentó el número de trabajadores de 24.000 a 36.000. Sumado a ello la caída de producción de COMIBOL, se convirtió en un factor determinante para la gran inflación entre 1953 y 1956, parada por el Decreto de Estabilización Monetaria de diciembre de 1956 (gobierno de Hernán Siles).
Su pésima administración y fundamentalmente el agotamiento de sus minas de estaño (más detalles se los puede encontrar en el libro de mi autoría “Minería boliviana. Su realidad”), provocaron monumentales pérdidas (799 M$us entre 1981 y 1985), que incidieron en la hiperinflación de 1982-1985 (Hernán Siles), controlada por el DS 21.060 de agosto de 1985 llamado Nueva Política Económica (Víctor Paz). COMIBOL que supuestamente iba a significar la independencia económica de Bolivia, por su descalabro económico, al final acabó operando una mina (Huanuni) de las iniciales 24 minas en trabajo.
Mina Matilde
El 25 de julio de 1966 el gobierno del Gral. Alfredo Ovando mediante licitación internacional adjudicó esta mina en contrato de arrendamiento por 20 años a Minerals & Chemical Philips Corporation y United Steel, con un canon fijo anual de aproximadamente 1M$us. Dicha empresa instaló modernos sistemas de explotación (por primera vez se practicó en el país el relleno hidráulico de rajos) y concentración, confortable campamento y su propio embarcadero en el lago Titicaca, hasta donde los concentrados eran bombeados. Su ingenio tenía una capacidad de 1.000 tpd, y recuperaba zinc, plomo y cadmio.
El 30 de abril de 1971 (gobierno del Gral. Juan José Torres) el contrato fue rescindido unilateralmente, por lo cual el Gobierno en diciembre de 1972 pagó 13,4 M$us como indemnización por las inversiones efectuadas.
COMIBOL continuó con la operación de la mina, cuyas producciones comenzaron a caer en 1979, por lo que entre 1981 y 1985 acumuló una pérdida de 18,4 M$us. En 1986 produjo aproximadamente 4.000 TMF de zinc, de las más de 30.000 TMF de los años iniciales y la mina se cerró en 1987.
Colas y desmontes de Catavi
También en 1965 fue suscrito un contrato entre COMIBOL y la empresa estadounidense International Metal Processing Corporation (IMPC) representada por el inefable y hábil negociador texano Frank Tye, mediante el cual se le dio en explotación el 25% de las colas y desmontes de El Kenko de Catavi, Huanuni, Viloco, Caracoles, Machacamarca, Japo Morococala, Santa Fe, Santa Ana y de la planta Sink and Float de Siglo XX, a cambio de un alquiler variable del 6 al 10% de la producción bruta, conforme a una escala de recuperación.
Como el reconocido metalurgista Nathaniel Arbiter había desarrollado una tecnología de flotación de casiterita con el reactivo denominado Aerosol 22 y era consultor de IMPC, ésta instaló una planta para recuperar estaño de las colas de El Kenko en Catavi, que lamentablemente no dio los resultados esperados, pues los concentrados contenían entre 17 a 20% Sn y la recuperación era apenas de aproximadamente 20%. Mal asesorado técnicamente, en enero de 1971 el gobierno del Gral. Torres rescindió el contrato.
El 11 de abril de 1972 (gobierno del Gral. Hugo Banzer) se suscribió la minuta de constitución de la Empresa Metalúrgica Boliviana S.A., una sociedad mixta constituida por IMPC y COMIBOL, previo pago a IMPC de 1,45 M$us por sus inversiones realizadas. No mejoró el rendimiento técnico y continuaron las pérdidas económicas, hasta que la sociedad fue disuelta en julio de 1974 (Banzer).
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