La verdad aunque duela
Según estudiosos, los gobernantes de los países pueden ser genios, talentosos o normales. Los primeros poseen originalidad creadora, exteriorizan lo que visualizan. Los segundos son talentos estimables, aunque no cuentan con mentalidad creadora poseen la suficiente inteligencia para discernir, con mesura juiciosa, lo que dicen y hacen, las buenas y malas acciones de él y sus consejeros, toman decisiones con criterio. Los normales abundan en las sociedades, sin saber a qué atenerse, no ven las cosas como son sino como se las cuentan, son intolerantes, usan con frecuencia la violencia, tienen baja autoestima. El pueblo deducirá de cuál especie son nuestros gobernantes.
Para facilitar esta deducción señalemos distintas actitudes y actividades de nuestros gobernantes.
Cuando los actuales conductores de la nación decidieron, sin consultar al pueblo, incorporar a nuestra República en el grupo de países socialistas Siglo XXI, lo hicieron por intereses políticos y económicos. Con ese modelo nos encontramos ante un panorama incierto y sin parangón en la historia de nuestro país.
Por capricho de unos cuantos se impuso de manera ilegal e ilegítima una Nueva Constitución Política del Estado (NCPE), en esas circunstancias la República de Bolivia adoptó un nuevo nombre, Estado Plurinacional, conformado por naciones, pueblos indígena originario campesinos, comunidades interculturales y afro bolivianas, con 37 idiomas oficiales (artículos 3 y 5 de la NCPE).
En esas condiciones impera la demagogia y la manipulación de las comunidades más desprotegidas, en este espectáculo nadie entiende lo que está sucediendo en nuestra sociedad.
Algunos interesados de oficio pretenden presentar al inquilino de la Plaza Murillo como quien redimirá política, social y económicamente al pueblo boliviano, nada más irracional. Con ese argumento, afirman que debemos respetar a autoridades que someten al pueblo a la pobreza y humillación, a quienes dejan que proliferen la corrupción y el narcotráfico…
Otra muestra de absurdo es el extenso y desordenado informe del Presidente ante la Asamblea Legislativa Plurinacional el 22 de enero pasado, el mismo que resume la propaganda de seis años de gestión al mando del Estado Plurinacional Socialista, refiriéndose a crecimiento económico, más salud para mas bolivianos, creación de empleos, electrificación para todos, acceso a la vivienda, carreteras para mejor integración, revolución de la educación, de la producción, de la justicia… en fin, revolución de todo.
Pero las cifras que presentó son de escasa credibilidad, porque el objetivo a simple vista es resaltar la popularidad del Presidente. Entonces, al final, ¿cómo se paga tanta propaganda?
El drama no es tan simple, porque nadie olvida que el actual Gobierno es antidemocrático, conculca los derechos humanos y ciudadanos, permite que grupos correligionarios proyecten, debatan y aprueben su propia ley, a su medida, demostrando ser totalitario en varias circunstancias de la vida de nuestro pueblo.
De acuerdo con mi criterio, nuestros gobernantes no encajan en ninguna de las tres clasificaciones mencionadas, razón por la cual infiero que debe existir otra especie que funciona a la par de los que conducen países del cuarto mundo, causando asombro y lástima en los otros pobladores en la tierra.
El autor es docente universitario.
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