OPINIÓN
Tras leer la nota del Turco Berdeja en el Deportivo del jueves me dio la sensación que estaba soñando un poco despierto. Me dio la impresión que estaba apostando a un triunfo de Bolívar o al menos un empate, pero siguiendo aquellas líneas, hice un alto en la reflexión y el cálculo de posibilidades y dije ¿por qué no?
Y tenía razón. En el fútbol hay que tomar una actitud y mejor desde el primer minuto. Bolívar no miró a la Universidad Católica de abajo para arriba, ni de arriba para abajo, lo miró de frente, empezó a ver las flaquezas del rival, tomó muy en serio el partido y jugó sin pestañear, lo que equivale a jugar concentrado los 90 minutos. Nuestros amigos que siguen la carrera de entrenadores llaman a esta forma de presentarse: actitud.
A Ruddy Cardozo, el portero Marcos Argüello, el goleador William Ferreira, a Wálter Flores y compañía, no les vamos a descubrir sus aptitudes a esta altura del partido. Lo demostraron cuando quisieron, cuando estaban en su tarde, pero, no siempre están con la actitud de jugar muy en serio, muy concentrados. Esta noche del jueves sí se “metieron en el partido”, y eso es compromiso, dedicación.
El resto viene por añadidura. Si se juega bien, el correlato inmediato es un buen resultado, si se corre cuando se tiene que correr, el rival no encuentra ventaja;, si el equipo está concentrado no deja orificios como para que el rival escarbe por ese lugar.
Bolívar fue un equipo sin fisuras, jugó mejor que el local en largos pasajes del encuentro y mereció un poco más del empate, pero en este tipo de partidos juega la tradición, el tamaño del país, el hecho de ser dueño de casa y tantos otros factores que empujan al árbitro a ser condescendiente con el local y enérgico con el visitante.
Tal vez por este motivo el juez Lostau, dejó de ver una falta evidente de la defensa chilena cuando Bolívar buscaba el segundo gol y acto seguido, en el contragolpe llegó el empate porque la defensa celeste estaba mal parada y la jugada fue rápida.
Y entonces viene el mayor mérito. Bolívar no hizo ningún gol en el segundo tiempo, pero tampoco permitió que el rival lo liquidara. Marcó lo suficiente, sin echarse atrás, porque siempre cabe la posibilidad del contragolpe. Le hizo ver al equipo chileno que si le cedía algún espacio lo volvería a fustigar; por eso Católica se fue al ataque, pero tomó previsiones, atacó, pero no tanto, miró a Bolívar con respeto, frente a frente, porque no tenía cara para mirarlo desde arriba.
Y tras este empate que me lo preanunció el responsable de deportes, no pude sustraerme a la vieja costumbre de ver en el retrovisor de la historia, tantos partidos perdidos en este tipo de torneo. Es que muchos equipos bolivianos van a jugar afuera y empiezan a mirar al rival de abajo hacia arriba. Bolívar salió de esta mala costumbre y le fue bien, le podía ir mejor, pero un empate afuera al inicio de un torneo, sí que vale.
ERNESTO MURILLO ESTRADA
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