Hablando a tu corazón
“Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Ese mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”, Hechos 1:10-11.
En este último tiempo estamos escuchando y viendo a través de los medios de comunicación, no como una inquietud que haya nacido de repente, sino que esto se lo ha hablado durante mucho tiempo, pero en estos últimos días se ha convertido en una expectativa para casi todo el mundo.
Pero el problema es que la gente desconoce cómo él vendrá.
1.- El versículo que leímos al principio dice: “así vendrá como le habéis visto ir al cielo”. ¿Cómo se fue? “Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos”.
Fue tomado, esto quiere decir que vieron suspender su cuerpo y ellos contemplaban y una nube le recibió, por lo tanto el Señor no vendrá de otra forma, porque así lo dijeron estos varones vestidos de blanco que son ángeles enviados por Dios.
2.- También debemos prestar atención a cómo se fue o cómo fue la apariencia de su cuerpo, según relata la Biblia:
“Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies”, Lucas 24:36-40:
“Pero Tomás uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. Él les dijo: si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”, Juan 20:24-29.
Entendiendo claramente la apariencia y la forma de su venida y entendiendo lo que dice Apocalipsis 1:7a: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá”, tenemos el panorama más completo.
“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual os decimos esto en la palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”, 1 Tesalonicenses 4:13-17.
Ahora que sabes todo esto no tienes que creer que Cristo vendrá primero para caminar en medio de nosotros y manifestarse con apariencia de hombre, porque él no puede cambiar su cuerpo glorioso y encarnarse en un cuerpo imperfecto, pecador, el cual tendría que morir tarde o temprano o ser transformado como aquellos que serán transformados para ser arrebatados. 1 Corintios 15:51-54.
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