BBC Mundo.- Para algunos carteles mexicanos de narcotráfico, el mejor negocio de estos tiempos se llama metanfetaminas.
De acuerdo con la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) de México, la producción de drogas sintéticas se ha convertido en una de las actividades más rentables para algunos grupos de delincuencia organizada.
Se dice que al Cartel de Sinaloa -considerado el más fuerte del país- exportar una tonelada de marihuana a Estados Unidos le genera unos $us 307.000.
En cambio, la ganancia por esa misma cantidad de metanfetaminas es superior a $us 23 millones, según la Sedena. Este dinero puede triplicarse cuando el mercado final son los consumidores de Europa, estima la agencia antinarcóticos estadounidense, DEA.
Así, la producción de drogas sintéticas en México y Centroamérica está en crecimiento. Recientemente, por ejemplo, el Ejército confiscó 15 toneladas de metanfetaminas en Tlajomulco, Jalisco, al oeste del país. Es uno de los decomisos más grandes de los últimos años de drogas y el mayor de todos los tiempos en metanfetaminas. Su valor en la calle se calcula en $us 4.000 millones.
Uno de los motivos por el que es tan buen negocio es que los carteles controlan todo el proceso, desde la producción hasta la distribución. En México esto sólo ocurre con la marihuana, pues para el caso de cocaína y heroína, los carteles mexicanos son especialmente un intermediario en el paso hacia Estados Unidos.
LEYES
Pero no es todo. Carteles mexicanos elaboran drogas sintéticas a partir de mezclar sustancias no reguladas o con poca vigilancia internacional, reconocen organismos internacionales.
En algunos casos extraen estos elementos, conocidos como precursores químicos, de medicamentos considerados legales en varios países.
Los carteles aprovechan las diferencias legales que existen a nivel internacional, le dice a BBC Mundo Antonio Mazzitelli, representante regional de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el delito (UNODC).
“El mercado de las drogas sintéticas es seguramente el más dinámico de todos”, explica.
“Siempre nuevos métodos de producción que utilizan sustancias químicas que en muchos casos no están bajo control internacional, sino que también utilizan procesos de recuperación de estas sustancias a través de productos lícitos”.
Además, las medidas de control suelen ser distintas. Por ejemplo, mientras en México se establecen regulaciones para el comercio de algunos precursores, no ocurre lo mismo en Centroamérica.
Los grupos de narcotráfico, entonces, establecen sus centros de producción en los países de esa región, como ha denunciado el Gobierno de Guatemala.
“Seguramente hay muchos huecos a nivel legislativo y las organizaciones criminales las aprovechan”, explica el representante de UNODC. “También lo hacen con el desarrollo de nuevas tecnologías, inventando nuevas drogas”.
Ese parece ser el caso de los carteles mexicanos. En 2011 la Procuraduría (fiscalía) General de la República confiscó 908 toneladas de precursores en distintas aduanas del país.
No se conoce la cantidad de químicos que ingresaron por otras vías al país.
HISTORIA
En México los pioneros en la producción y venta transnacional de drogas sintéticas fueron los hermanos Amezcua Contreras, quienes establecieron grandes laboratorios en Colima y la costa sur de Jalisco, en el occidente de México.
El grupo tuvo su apogeo entre 1995 y 1998, cuando la mayoría de los líderes fue detenida. Pero no fueron los únicos.
Informes de organizaciones civiles y de la PGR señalan que el cartel de Tijuana, creado por los hermanos Arellano Félix, fundó decenas de pequeños laboratorios en colonias marginadas de tijuana, Baja California, fronteriza con Estados Unidos.
La familia Arellano Félix aprovechó una circunstancia particular de la frontera: por las regulaciones sanitarias de su país, miles de estadounidenses cruzan diariamente a México para comprar medicamentos o contratar atención médica.
Eso ha creado un productivo mercado de farmacias en las ciudades fronterizas, especialmente en Tijuana, uno de los sitios de mayor cruce migratorio del mundo.
Para este cartel el negocio empezó a declinar en 2002, cuando el Gobierno estadounidense bloqueó las operaciones comerciales de su principal empresa fachada, Farmacias Vida, pero desde años antes otros grupos habían incursionado en la actividad.
Algunos de éstos fueron bandas vinculadas con Ignacio Coronel Villarreal, conocido como El Nacho, a quien según autoridades se le consideraba el operador financiero del Cartel de Sinaloa. El Nacho murió en 2010 durante un enfrentamiento con infantes de marina.
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