Productos básicos pasan por Desaguadero sin control o ante una mirada complaciente

Desaguadero (Carmiña Moscoso, Enviada Especial).- El control prometido tantas veces es imperceptible, se podría decir que no existe. Quintales de harina, azúcar, fideos, aceite y derivados de la soya, salen del territorio nacional por Desaguadero sin ningún control de parte de las autoridades nacionales. Éstas se conforman con controlar sólo los productos que se internan desde el sector peruano, como lo evidencio EL DIARIO este fin de semana.

Los productos nacionales llegan a Desaguadero todos los días a la calle del mismo nombre del lado boliviano; una parte de estos productos llega al sector colindante denominado “Playa Azul”, donde los cooperativistas y propietarios de los botes tienen como principal actividad el traslado de dichos productos en quintales al lado peruano.

En ese punto son cargados por los tricicholos o tricicargas, quienes entregan 15 quintales, cada uno de ellos, a los camiones F12, que aguardan ocho calles más allá en el lado peruano.

Para Clotilde C, su actividad se inicia a las 05:00. Parte del Cementerio General ubicado en La Paz, transportando entre 10 a 15 quintales de maíz amarillo, llega en tres horas hasta el sector de Desaguadero, donde contrata los tricicholos; luego carga los quintales hasta el sector de “Playa Azul”, donde son trasladados en los botes hasta ese sector peruano.

Clotilde no se considera contrabandista mayorista, porque considera que lo suyo es insignificante frente al comercio que realizan otras personas de manera ordenada y progresiva.

Cuenta que desde hace dos años, existe una asociación de comerciantes que se dedica a esta actividad, éstos depositan los productos básicos en las tiendas de acopio del lado boliviano, las cuales acumulan más de 500 quintales de diferentes productos cada tienda y dependiendo de la temporada los comercializan. Venden desde derivados de soy, hasta los artículos de primera necesidad.

“En mi caso sólo llevo cinco quintales de maíz amarillo, es por eso que el del bote pidió medio triciclo, mientras que del otro sector, por donde no pasan las personas, sacan los productos en mayor cantidad. Ellos saben donde deben llegar en las calles peruanas, realizan de una a cinco recorridos por cada uno de las comerciantes, lo que significa el traslado de por lo menos 20 quintales cada salida”, detalló.

La experiencia de Clotilde nos ahorra el cálculo y sólo basta mirar. En menos de cinco minutos que permanecimos en “Playa Azul”, sin llamar la atención y buscando pasar desapercibidas, contabilizamos alrededor de más de 100 quintales de diferentes productos nacionales que salían en beneficio del comercio peruano. No había que anotar en ninguna libreta ni mirar con mucho detenimiento.

VIVEZA CRIOLLA

EL 2011 EL DIARIO, evidencio la salida de productos de la Empresa de Apoyo a la Producción Nacional (Emapa). Entonces vimos que el azúcar y arroz, con el sello de dicha empresa de Estado, era transportado al lado peruano; luego vino el control prometido, pero el contrabando agiliza sus métodos y sale a relucir la viveza criolla.

Ahora se vacía el producto, se dan vuelta los saquillos se hace un refuerzo en la costura y nuevamente se llena el contenido. No aparece el sello de Emapa, pero si uno ve con agudeza nota que son los mismos saquillos a los que le dieron la vuelta. “viveza criolla, es que el que no corre, vuela”, dice doña Clotilde, quien nos sugiere ver con detenimiento el saquillo.

En ese momento, viene la tentación de tomar las fotografías acercándonos lo más posible, pero la prudencia nos obliga a mirar y fotografiar a la distancia, es que en aquel sector no existe presencia de efectivos policiales, de las Fuerzas Armadas o de alguna entidad nacional de control.

Los dueños, amos y señores de aquel sector son los trasportadores y comerciantes quienes son los únicos dueños de “Playa Azul”. Las imágenes muestran que todos los productos que contienen azúcar y arroz, fueron dados la vuelta los saquillos, con la finalidad de no ser identificados a simple vista porque todo se presenta de color blanco y sin letras. No hay acuciosos, a nadie le gusta mirar un poco más allá de lo evidente.