Urge aplicar el plan (R) reubicar, reordenar, reducir, para mejorar la calidad de vida de usuarios, choferes y peatones.
Los coches recorren el centro paceño a paso de tortuga, los peatones que quieren acelerar el paso se ven obligados a tomar la calzada para gambetear el tránsito infernal. Ni qué decir al mediodía, cuando los escolares salen de sus centros educativos y sus padres retornan a casa luego de la mitad de jornada de trabajo, en ese momento se genera una especie de pandemónium. Todos quieren subir al mismo tiempo a los transportes públicos y salen perdiendo los menos fuertes.
El problema es complejo, de difícil solución y posiblemente doloroso cuando se apliquen las medidas, porque algunos van a salir perdiendo, para que los más puedan al menos tener un servicio aceptable y se quiten parte del estrés diario. Un reordenamiento serio favorecerá a los usuarios y quitará gran parte del estrés que sufren los transportistas.
Este mismo problema lo han superado ciudades como Quito, Guayaquil, actualmente lo afronta Lima, mientras Santiago ha dejado en el pasado esta cuestión, claro está, después de algunos paros y protestas.
La renovación del parque automotor, la reducción de motorizados, el reordenamiento de las rutas y un plan global de educación del pasajero y los choferes, aparecen en la agenda como los pasos que se deben dar y nadie puede soslayar.
El último conflicto entre los choferes y la Alcaldía mostró que la demanda de 30 ó 35 mil chóferes pesó más que la necesidad de 1, 8 millones de usuarios entre habitantes de las ciudades de La Paz y El Alto. En otras palabras, un gremio pesa más que la ciudadanía y no debe ser así porque la salida del caos debe favorecer principalmente a éstos, aunque también se beneficiarán aquéllos. Es que en casos como éste no hay salidas salomónicas
La actual planificación viene de la década de los 80 y como dice la jerga popular la hicieron a ojo de buen cubero, sin precisión exacta y sin contar con un estudio o instrumento de medición. Primó el criterio de satisfacer la demanda de los barrios alejados y aparecieron los minibuses medianos, pequeños y luego los diminutos carry donde uno viaja doblado en cuatro. Se multiplicaron los vehículos pequeños y fueron desapareciendo gradualmente los buses de transporte masivo, salvo la línea 2 o los buses que van hasta la zona sur.
Junto a esa mala planificación llegó el congestionamiento por el centro, ya que todos estos minibuses, colectivos y los vehículos particulares quieren pasar por la Mariscal Santa Cruz y la Camacho. Como si fuera poco, los paceños impusimos la expresión “me voy a bajar aquí maestro” y recibimos como respuesta la complaciente expresión “aproveche”; sin importar si atrás hay una fila de vehículos, si el conductor se estaciona lejos de la acera o, finalmente, si el que se baja, donde le da la gana, lo hace cansinamente.
El plan que apunta a construir una vía alternativa para un tren que vaya del centro de la ciudad hasta Calacoto o construir dos o tres líneas de metro es muy difícil de aplicar en La Paz por el costo y la topografía. Al final, parece imponerse el criterio de habilitar buses de tránsito rápido.
Un cambio radical del actual estado de cosas no es posible. Se debe establecer una fase de transición, porque no es nada fácil pasar del sistema actual al que se busca, está de por medio la costumbre citadina, la comodidad, el miedo a perder un medio de ingreso y un lento proceso de cultura vial que debe empezar en la escuela y seguir en las fuentes de trabajo y los lugares donde acude masivamente la ciudadanía.
Es falsa la presunción que en La Paz faltan más vehículos. Un estudio de la Alcaldía permite constatar que con el actual parque automotor los buses viajan con un 30 por ciento de los asientos vacíos, por lo tanto hay una mala distribución. Se calcula que hay un vehículo público por cada 10 pasajeros. Para citar un ejemplo, en Cochabamba hay tres vehículos por 10 personas.
Faltan proyectos pilotos, por ejemplo el plan para descartar progresivamente los vehículos viejos que no sólo contaminan, sino que sufren desperfectos o se plantan en cualquier subida. Otro proyecto piloto debería favorecer a los chóferes, para que dejen de trabajar 14 horas por día, lo que va en desmedro de su salud o “24 horear” como suelen decir los señores del volante para expresar que trabajaron día y noche, porque tienen que asegurar un monto diario. Al fin y al cabo lo que se pretende es mejorar la calidad de vida de los usuarios y los chóferes.
El transporte es un buen negocio en cualquier país, menos en Bolivia porque muchos conductores de vehículos públicos apenas subsisten, viven en un estado de estrés permanente, son las principales víctimas del actual sistema y descargan su bronca contra los pasajeros.
Esta es una tarea conjunta del Gobierno y el municipio, porque la calidad de vida está antes de la pugna de poderes. Ello supone inversión en un plan serio, realizar un trabajo conjunto, aunque luego salté sobre el tapete el tema de quién va a cortar la cinta, quién se va a llevar los lauros. Basta de la pelea solapada entre unos y otros por ejemplo a la hora de fijar puntos de parada. Mientras unos son tajantes con los conductores, los otros son tolerantes.
PISTAS DE SALIDA
• Es evidente que sólo determinadas líneas deben pasar por las avenidas Mariscal Santa Cruz y Camacho, el resto debe ir por las calles paralelas.
• Las paradas en el centro deben ubicarse cada 200 metros y no se debe recoger pasajeros en cualquier lugar.
• Hay que cambiar de criterio. Los buses no van de las zonas al centro, sino del centro a las decenas de zonas de la ciudad, lo que equivale a señalar que si un bus va del centro a Villa Copacabana, su primera parada será en el estadio o la Pasos Kanki, desde allí podrá parar cada cuadra.
• Ante la situación caótica presentada, la Alcaldía presentó una alternativa para satisfacer a las zonas más alejadas, abandonadas a partir de las 21.00. “Estos buses cumplirán horarios regulares y brindarán confort a los ciudadanos”, dicen los de la Alcaldía.
• Se deberá establecer prioridades lo que implica detectar zonas densamente pobladas como Chasquipampa, Llojeta, Villas del norte de la ciudad, la zona sur y Alto Sopocachi.
• Se necesita inspecciones vehiculares serias, las que determinarán gradualmente la reducción del parque automotor, especialmente de los coches pequeños.
• Una educación vial múltiple, porque sin la colaboración ciudadana, cualquier plan fracasa.
PROBLEMAS DEL PRESENTE
• Los niños y mujeres son los damnificados en las horas “pico”, en la batalla por subir a un vehículo público donde ganan los más fuertes.
• A partir de las 21.00 las zonas alejadas se quedan sin servicio público y los taxis y radio taxis establecen tarifas caprichosas.
• Los usuarios bajan del vehículo donde quieren y suben donde quieren.
• Tránsito no pone ningún empeño en mejorar la educación de los conductores, sólo les interesa aplicar multas.
• La mayoría de los conductores son muy maleducados.
• Los minibuses carecen de aseo y los asientos son incómodos.
(Ernesto Murillo)
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