La desorganización de los cuadros policiales llega al extremo de que, para ejemplo, la Dirección de Tránsito y dependencias no funciona; los accidentes suman centenares de muertos y heridos, a más de pérdidas de automotores y hasta destrucción de vías carreteras y sitios públicos. Los problemas que implica la falta de controles en carreteras son infinitos porque la mayoría de los efectivos de la Policía se encuentra en las ciudades y en sitios donde su accionar es mínimo; no hay control en caminos, las carreteras sufren abandono permanente; no se controla sitios o estaciones intermedias donde los choferes ingieren bebidas alcohólicas o si los vehículos portan equipos de auxilio tanto para los posibles casos de accidente como para el mantenimiento de los automotores.
La verdad es que hay abandono total de controles que debían ser permanentes y si a todo ello se agrega que las “inspecciones de vehículos” son como antes, sólo con la venta simple de las rosetas, el problema se agranda y agrava. El Ministerio de Gobierno y los mismos mandos policiales anuncian reestructuración y reorganización de los cuadros policiales, empezando por las cabezas y terminando en la tropa de oficiales y agentes carabineros. Todo queda en simples anuncios de propaganda.
Nuestro país, como muchos del Tercer Mundo, adolece por la falta de una Policía bien estructurada, debidamente capacitada en sus cuadros humanos y, además, con la suficiente conciencia de servicio a la comunidad. Hay oficiales y carabineros que “pasean por ciudades y pueblos”, pero no ponen ninguna atención en las labores a cumplir; parecería que no hay deseos de trabajar con vocación de servicio que, se entiende, fue condición importante al asumir los cargos que hoy ostentan. Para los jefes policiales, se espera que las autoridades del Gobierno estudien y apliquen las reformas anunciadas; por su parte el Gobierno central tampoco da paso alguno con miras a reorganizar una institución tan importante.
El pretexto que esgrimen las autoridades policiales es simplemente: “no hay presupuesto”. La verdad es que recientemente se les quitó la administración de importantes fuentes de ingresos, como eran la Dirección de Identificación Personal, ventas de rosetas en Tránsito y recaudaciones en puestos de control en carreteras; pero tampoco se sabe qué destino tienen los fondos recaudados porque, como funcionan las dependencias señaladas, parece que “sólo hubo cambio de funcionarios” y los errores persisten agravados.
Los accidentes en carreteras cobran muchas víctimas; falta control a quienes ingieren bebidas o imprimen demasiada velocidad a sus vehículos; hay casos de carencia de licencias, pero como “hay necesidad de empleo” la cuestión es trabajar como sea. Por otro lado, se otorga licencias sin los exámenes requeridos y sin tomar en cuenta entrenamientos, conocimiento de los reglamentos de tránsito, edad y otros requisitos que deberían cumplirse. En otras palabras, los cuadros policiales no cumplen sus labores como establecen las disposiciones legales y el peligro de más accidentes tanto en carreteras como en ciudades y pueblos es permanente.
Cuando el caso es tratado por los medios de comunicación, los encargados de la Policía, Tránsito y otras dependencias lo único que señalan es: “Se estudia las medidas que el Gobierno pondrá en práctica” y ello nunca llega. Sería interesante que, finalmente, el Gobierno asuma la misión de reorganizar la Policía y sus diferentes dependencias; de otro modo, esta institución, a más de perder totalmente la confianza pública, corre el riesgo de convertirse en entidad burocrática muy peligrosa.
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