El vicepresidente Álvaro García Linera, en declaraciones a medios de prensa de México, mencionó tres argumentos como justificativos para la construcción de la carretera Villa Tunari – San Ignacio de Moxos, citando como uno de ellos el carácter “geopolítico” de la región y su influencia en la “base económica” de sectores del oriente boliviano.
Estas palabras fueron interpretadas por la oposición y analistas como la confirmación de que detrás de la culminación de la vía dentro del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) existe intereses económicos y políticos que no miden consecuencias para imponer un modelo hegemónico de poder.
“Una carretera que vincule directamente la Amazonia con los valles y el altiplano reconfiguraría radicalmente la estructura de poder económico regional, derrumbando la base material final de los separatistas y dando lugar a un nuevo eje geoeconómico al Estado”, dijo el Segundo Mandatario al diario La Jornada de México.
El Gobierno sostiene que la carretera promoverá el desarrollo y mejorará la calidad de vida de las comunidades y los pueblos chimanes, moxeños y yuracarés; mientras que sectores políticos, sociales e indígenas observan intereses para proliferar los cultivos de coca, devastar la flora y fauna de la región e incluso consolidar proyectos hidrocarburíferos que cubrirían el presunto déficit de la deuda interna en los siguientes años.