Alcohol: percutor de los desatinos

Las consecuencias de consumir bebidas alcohólicas sin mesura se manifiestan en varios ámbitos, no sólo en la compras compulsivas, como refleja la prensa, sino que el alcohol es un efectivo desinhibidor de orden psíquico y somático y el estado que ese asume con la acción del alcohol impulsa a la mayoría de las personas a desactivar las virtudes de contención y mesura, la moral, el freno del presupuesto diario gastando en comer mejor, asistiendo a espectáculos y comprando compulsivamente.

Con la ingesta de alcohol las inhibiciones se desestructuran y se abre el camino ingrato del desatino incrementando la libido que es causa de relaciones inesperadas e irresponsables sin la premisa del amor, erigiéndose como expresión de irracionalidad, ofuscación e incoherencia, con consecuencias legales y emocionales.

Otros de los resultados nefastos de beber sin mesura son las compras innecesarias y los obsequios sin aparente motivo. Es un una situación anormal que debilita la voluntad independiente del paroxismo que viven las personas en estado de ebriedad, que las transporta a un mundo irreal en el cual se disipan las preocupaciones y vicisitudes de la vida cotidiana, que al retornar al estado consciente se debe afrontar la sombra del cumplimiento de obligaciones contraídas en ese estado de voluntad volátil, las cuales son irreversibles.

El alcohol no debe dominar a la persona, por el contrario, debe obtenerse la estructuración de un organismo que se alarme ante la posibilidad de pérdida de conciencia, obligando esta disciplina a que quien consume alcohol lo observe como un placer que se pueda controlar y que no origine, como es la costumbre después de la cogorza, remordimientos tan profundos y dolorosos que es un despropósito pagar para vivir un calvario posterior.

El autor es Abogado Corporativo,

postgrado en Arbitraje y Conciliación.