Sociedad Boliviana de Estudios Históricos

La diplomacia chilena del enclaustramiento


Parte II

La segunda petición de puerto de Villazón a Koënig

La segunda vez que Eliodoro Villazón le hizo una petición de puerto a Abraham Koënig fue después de la firma del Tratado de 20 de octubre de 1904. Si en el primer caso el tratado se encontraba en proyecto, en el segundo ya estaba aprobado. Ambas peticiones, la primera y la segunda, por lógica no podían tener ya iguales condiciones legales, porque el status jurídico de ambas situaciones había cambiado.

La primera “petición” de Villazón era de “retención” de uno de los puertos bolivianos para que le sirva de “salida al mar”, fue hecha cuando el tratado estaba en proyecto. Al repetir por segunda vez, estando aprobado el tratado, ya no tenía razón política. ANTES de la firma del tratado, el Gobierno boliviano podía pedir a Chile cualquier modificación, como lo hizo efectivamente, con la solicitud de “reservación” de un puerto, porque se trataba de un proyecto de tratado. Pero DESPUÉS, firmado el tratado, Chile cambió su status anterior, dejando de ser un invasor; ahora era una parte de un tratado bilateral al que no había que “pedirle”, sino “demandarle” en derecho, de acuerdo con procedimientos legales.

Al no distinguir esta diferencia y repetir la primera “petición” en la segunda, Villazón cometía una desviación del problema y, como tal, caía en impertinencia, que entrañaba un grave riesgo para la defensa de los derechos de Bolivia. La segunda “petición” de Villazón fue como la primera, planteada a nivel político, de gobierno a gobierno, se encontraba fuera del marco del tratado, esto es, del Estado, se apartaba, básicamente, del procedimiento internacional público.

Una cosa es acercamiento, diálogo, petición política y otra muy distinta la demanda ante un tribunal de justicia para pedir una sentencia. Villazón no siguió el camino de la demanda, se fue por el de la petición política. Lo que no se sabe bien es si fue por temor a las amenazas de Chile o por complicidad con la oligarquía chilena. No se tiene una hipótesis sobre este punto, porque no ha existido en Bolivia, hasta ahora, una investigación profunda sobre las responsabilidades del Gobierno liberal montista.

La negociación de un puerto y la negativa de Koënig

Pedir un puerto de salida al mar, mediante conversaciones puramente políticas, equivalía a renunciar al derecho que le asistía a Bolivia para demandar a Chile en defensa de su soberanía violada. Lo que hizo Villazón, desatinadamente, fue sustituir las cuestiones jurídicas del tratado, por arreglos no jurídicos, de gobierno a gobierno, poniendo de lado el tratado. El resultado fue lo que se esperaba de una situación como ésta: una catástrofe jurídica, tras la catástrofe militar.

Chile tomó la petición boliviana como una conversación puramente política, sin validez jurídica. No tocar el tratado en una petición de “salida al mar” dirigida a Chile, era preterir el derecho, porque una conversación no jurídica significaba apartarse del tratado, olvidar el derecho y entrar en juegos político informales intrascendentes.

Apartarse del tratado no era serio ni responsable, como ha sucedido en más de un siglo de peticiones de “salida al mar”. Fue, por el contrario, confundir lo que debió ser una lucha frontal contra el tratado por una lucha por un puerto. Fue ignorar la lucha nacional contra el “dominio absoluto y perpetuo” de Chile que pesa, colonialmente, sobre el Estado boliviano, por la lucha equivocada por un corredor chileno para llegar a un mar de caricatura por sus dimensiones insignificantes.

Con esta grave tergiversación del problema, Bolivia podía ganar el corredor y el puerto, exportar e importar para mover su comercio, pero nunca recuperaría la soberanía; jamás podría salir del enclaustramiento, no conseguiría volver al mar usurpado, lo mismo que a los territorios depredados, ni impedir la tributación a pesar del “libre tránsito”, entre otros castigos que tiene ese tratado. Con una faja de territorio ex peruano, saliendo a un mar chileno de remiendo, no se puede enterrar en el olvido la historia de Bolivia independiente.

Juan Albarracín Millán

Presidente de la S.B.E.H.

Emilio Luizaga Guzmán

Secretario General

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