El Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef), dependiente de la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, conjuntamente la Asociación de Comparsas del Carnaval paceño y la Fundación Poder del Folklore inauguraran hoy, a las 19.00 horas, la muestra “Pepinos, IV exposición colectiva de arte”.
Dentro la apertura de esta muestra, que se realizará en la calle Ingavi No. 916, se contara también con la actuación del grupo Hiru Hichu.
Uno de los objetivos que tiene esta exposición, es mostrar al público las diversas obras que fueron creadas en memoria de este personaje singular que tuvo su origen en el Siglo XIX.
Junto al pepino, personaje del carnaval paceño por excelencia, bailan y se alegran la chola y el ch’uta, en una especie de simbiosis festiva.
El pepino con su chorizo -una variable de cachiporra de juguete- con su bolsa de mixtura y harina colgada al hombro derrama alegría por las calles durante el carnaval.
Con el pepino llega el Carnaval y a la par de su entierro simbólico se cierran los festejos carnavaleros.
CREACIONES
Desde la aparición del pepino, los diversos creadores y artistas le han dedicado relatos literarios, pinturas, esculturas y canciones, ya que es uno de los personajes que se caracteriza por ocultar su verdadera identidad.
Por ello también se dice que cualquiera puede ser un pepino para mojar, atosigar y bailar con la mujer de sus sueños.
Durante el carnaval no hay límites para su libertad, pues es el dueño de la fiesta.
HISTORIA
El pepino, quien comúnmente solía hacer bromas a todo el mundo, con su alegría, su voz de falsete y el enigma que encerraban detrás de su máscara y disfraz, se convirtió en el personaje característico del carnaval paceño.
Los antiguos pepinos solían mojar con colonia a las mujeres, chauchitaban monedas, lanzaban con mixtura y harina mientras bailaban en filas interminables.
Sus trajes los mandaban a confeccionar los propios danzarines. A pesar de que este personaje era popular, no existía una circulación extendida de comercios dedicados a su vestimenta.
Actualmente hay tiendas que durante el carnaval se dedican a vender trajes, máscaras de pepino. Asimismo, existen artesanos especializados en su parafernalia.
Los pepinos son el blanco de los carnavaleros que no dudan en mojarlos, rociarles espuma e invitarles una cerveza para proseguir con la fiesta y el baile.
Si los estudiamos con cuidado podríamos ver que en el proceso de su construcción está imbricada la transformación del carnaval y la sociedad paceña misma.
Esto es importante si nos percatamos que la sociedad latinoamericana y en particular la boliviana, que es profundamente racista desde su constitución colonial, hacen que desaparezcan esas diferencias durante las fiestas de carnaval debajo de los miles de disfraces de pepinos, uniendo a todos como hermanos.
APUNTES
- El pepino se dice que resulta de la combinación del bufón, arlequín y Pierrot (animador de los eventos sociales de las altísimas clases de la época).
- El investigador Gonzalo Íñiguez dice que el pepino es un personaje propio de la comedia del arte español que llegó de la mano del teatro del Siglo XVIII a Bolivia.
- Su imagen de este personaje que participó desde el Siglo XIX en todos los carnavales paceños se fue estilizando al transcurrir del tiempo.
- El traje era confeccionado de un solo color, usaba zapatos viejos y careta de cartón con cara feliz o triste. A mediados del Siglo XX se convirtió en bi- color y sus caretas eran de yeso con una pronunciada sonrisa, los zapatos puntiagudos y una bolsita en la que llevaba mixtura, serpentina, silbato y a veces harina, como hasta ahora.
- Hoy en día este personaje sigue siendo una figura en el carnaval paceño. Ahora, armado con una matasuegra o chorizo (media nylon rellenada con arena) pasa por las entradas haciendo de las suyas.
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