OPINIÓN
Un tigre empeñoso no pudo doblegar y controlar sus propias limitaciones en los primeros minutos de un partido de campanillas. La ansiedad hizo presa del local que, desde el arranque del encuentro se lo vio nervioso y pasado de revoluciones, por un lado es comprensible si se espera sorprender desde los primeros segundos al visitante que supuestamente entra frío, y hasta que se acomode sacar ventaja. Sin olvidar que el rival era nada más y nada menos que el último campeón de la Libertadores con todas sus figuras.
En esta historia, el Santos en ningún momento perdió los estribos, la parsimonia demostrada en una danza cuyos pasos los aprendieron a la perfección, les dio la seguridad y el aplomo ratificando en el transcurrir de los minutos, porqué fueron los mejores en esta parte del mundo.
El local presionaba a lo tigre, sin orden y con ideas jaladas de los cabellos, pero con mucha fuerza y anunciando que tanto va el cántaro a la fuente, que termina rompiéndose y así llega el empate del partido con una gran demostración de técnica por parte del paraguayo Cristaldo.
El orden y el “tiki-tiki” (toque rápido) se extrañan en filas aurinegras, ya llegarán, no olvidemos que Mauricio Soria el año pasado en el peor momento del Tigre lo calificó como el mejor equipo de Bolivia y se le rieron en la cara…después salió campeón y justificó su convicción.
Hay que comenzar a respetar las decisiones de los técnicos que manejan la interna que a nosotros es vedada. Ya es cargoso escuchar pseudo-directores técnicos que leyeron 200 libros, que arman y desarman equipos, cuando en realidad ni siquiera pueden dirigir su casa. Lo digo por el cambio del paraguayo Cristaldo por Ramallo, no hubo persona que no criticara la situación, el paraguayo muy sincero cuando terminó el partido declaró que todavía no está muy adaptado y que le falta el aire y quién puede discutirle los tiempos y el criterio que utiliza Soria en el momento de los cambios, el que lo hace es un sinvergüenza.
Me quedo en síntesis, con un juego vistoso y elegante del Santos.
Me quedo con el valor de la victoria, a pesar de las diferencias.
Me quedo con el orden dentro del caos de The Strongest.
Me quedo con la convicción en el cabezazo de Ramallo.
Me quedo con el gesto de Neymar cuando le fue a cambiar la camiseta a Chumita, anécdota que si “el Choco” no la cuenta hasta el fin de sus días es un bolú.
Me quedo con el aguante de la gente que fue al estadio, sabían que llovería, que retornarían mojados a sus casas, que se resfriarían al día siguiente e igual estuvieron.
Me quedo con un equipo que le está respondiendo a la historia, en una alquimia muy especial de fútbol, ganas y hombría.
Me quedo preocupado por el título de la tapa de nuestro suplemento y el temor del tigre de ir al infierno…porque anoche, se comió un Santo.
TURCO BERDEJA
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