Al anuncio de la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia, de emprender su Novena Marcha de protesta contra la llamada “Ley de Consulta Previa”, se suma “la segunda recontra marcha” que organizan los cocaleros del Chapare, “como una categórica respuesta” a las pretensiones de los pueblos asentados en el Territorio Indígena del Parque Isiboro Sécure (TIPNIS).
Esas marchas, unas con el solo interés de proteger la riqueza natural del bosque amazónico y sus ancestrales costumbres, y las otras con el afán de abrir una “carretera por medio del TIPNIS” para sustentar un proyecto de desarrollo futuro, provocaron -en definitiva- la división y enfrentamiento entre comunidades indígena originaria campesinas en la región central del territorio boliviano.
Se hace difícil comprender hacia dónde nos conduce el objetivo central del Gobierno y mucho más complicado es establecer una lectura con aproximación a la realidad, cuando se busca a través del análisis los hechos resultantes de cada paso que dan las autoridades, en función de determinados temas centrales. La construcción de la carretera por el TIPNIS es un problema de estructura, en el cual se ha involucrado el Gobierno de Brasil, tanto con el financiamiento como en la elección de la empresa constructora OAS, a cargo del proyecto.
Ningún poder central en el mundo, por más dictatorial o totalitario que se muestre, podría poner en riesgo su estabilidad y gobernabilidad atacando a la base política que lo sustenta interna y externamente. El TIPNIS, con la octava marcha de los originarios de las tierras bajas del oriente, se ha convertido en el referente político más importante de Bolivia y dio una señal de alarma al mundo, sobre una posible destrucción de la base natural que llegó, hasta el Siglo XXI, con todos los atributos de su originalidad y que hoy es motivo de gran preocupación internacional, ante la amenaza de una invasión inmisericorde de cocaleros que, de hecho, fortalecerá la clandestina industria de la cocaína.
El Gobierno está informado sobre estas adversidades que erosionan su estructura y lo hacen deleznable ante cualquier otro conflicto de carácter social que pudiese presentarse en el corto plazo y, sin embargo, insiste tozudamente, hasta con visos de morbosidad, en ejecutar el proyecto “sea como sea y a como dé lugar”.
Este empecinamiento lo ha impulsado a demostrar al país, a través de su propaganda política, que modificar la Ley 180 no era un problema mayor y las instrucciones dadas al grupo del Consejo Indígena del Sur (CONISUR), bajo la dirección de Gumercindo Melgar, se cumplen. Esta organización, también de originarios que habitan el núcleo chapareño, aceptó “el peso político” de conducir la contra marcha que recorrió, según sus informaciones, 40 días custodiados por policías y por “brigadas de salubristas”, hasta la ciudad de La Paz.
La Octava Marcha por el TIPNIS, a vistas de la opinión pública, “había triunfado y el plan de gobierno para construir la carretera fracasó rotundamente”. Nadie se percató que la intención del Gobierno estaba intacta y el concepto de la intangibilidad del parque significaba la punta de lanza para mantener el tema en el escenario político.
De hecho, con un solo discurso, uniformado para todas las instancias de la estructura del Movimiento Al Socialismo y la persistente propaganda desde el Gobierno, la Ley no funciona y la carretera se construye. Lo dijimos cuando el Gobierno concretaba la “Cumbre Social de Cochabamba”, en la cual el tema central del “soviet supremo” era autorizar la anulación de la Ley y “cumplir con las órdenes de Evo”.
La insistencia tanto de los interesados directos del TIPNIS como de aquellos que respaldaron y respaldan la posición de la CIDOB, para el Gobierno es “una acción sin importancia alguna, ni cuenta con el peso político necesario para la reivindicación que se proponen”, con las nuevas movilizaciones. La consulta sea “previa o posterior” se la realiza, para tener el aval que necesita el presidente Morales a fin de ejecutar el proyecto. Tampoco es tema de consideración, la sugerencia que Fabricano hizo para que Evo Morales “vaya alistando sus maletas, para dar paso a otro presidente que pueda hacer mejor las cosas”.
La pregunta se mantiene flotando en el escenario político: ¿qué está detrás de todo el conflicto del TIPNIS y cuál es el interés real del Gobierno?
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