La fiesta original andina invade las calles de Oruro

Oruro, (EL DIARIO).- El pueblo de Oruro vivió con intensidad la Anata Andina, el juego ritual campesino antes de la cosecha, propia de la temporada de lluvias, con la participación de 117 grupos autóctonos que se inscribieron en la Federación Sindical Única de Trabajadores Campesinos, incluyendo conjuntos invitados de La Paz, Norte de Potosí y de comunidades del lado de Cochabamba.

Los conjuntos que participan en la Anata no tienen bandas de música, con instrumentos de bronce, sino que hacen sonar las tarkas, pinquillos, quenas y zampoñas, para acompañar un ritmo especial, que parece ser monótono, triste y constante, pero según las tradiciones, “esta es la forma de expresión de alegría de los danzarines, del juego y de su fiesta singular de los pueblos andinos”.

No hubo conflictos entre los campesinos. Cada uno ingresó por la ruta del Carnaval, de acuerdo al orden de llegada, sin necesidad de tener un rol específico. El dirigente campesino, Sandro Molina, dijo que la fiesta de las comunidades campesinas se ha trasladado hasta Oruro, para mostrar su esencia ritual, estrictamente rural.

Los conjuntos de la Anata Andina bailaron sin incentivos ni premios, más que para mostrar sus costumbres. “La Anata se expresa por la música, la danza, el rito y varias ceremonias costumbristas, de agradecimiento a la Madre Tierra, precisamente en esta temporada de lluvias”, afirmó el antropólogo Estanislao Aquino.

El mallcu de Choquecota Marca, Jacinto Quispe, afirmó que desde hace muchos años, se reúnen en la zona de Agua de Castilla, debajo de la deidad de El Cóndor, porque es un lugar sagrado, tanto para ensayar las piezas musicales, como para el baile de las comunidades, como una forma de agradecer a la Pachamama con diferentes ofrendas, con la esperanza de mejorar la producción de papa, quinua, cebada, forraje y haba.

Los comunarios realizaron sus ritos ancestrales en la Avenida Cívica, incluyendo la challa con chicha y alcohol. Se trata del ingreso de la XX Anata Andina, que empezó, en 1993, con dos decenas de conjuntos, que llegaron de distintas partes de las provincias de Oruro, con el impulso de algunos dirigentes de la Federación de Campesinos, que querían mostrar una nueva faceta de las costumbres andinas.