Marcelo Urquidi Moore
PARTE I
Hablar de minería del gas suena bastante insólito, pero si uno piensa en la extracción del gas y del petróleo mediante los nuevos sistemas utilizados en las formaciones de esquistos bituminosos, es exactamente eso. En tal caso el gas y los otros hidrocarburos que lo acompañan fluyen únicamente desde los puntos hasta los cuáles llega el trépano y 50 metros aproximadamente a la redonda de los conductos perforados por el mismo. Como no se trata de rocas de alta porosidad cuyos fluidos se intercomunican a lo largo del reservorio, no se puede dar el problema que actualmente confronta a Chuquisaca y Tarija.
Como ya expliqué en un artículo anterior publicado en El Diario (26/07/11), contamos en Bolivia con un volumen de por lo menos 47 TCF en gas de esquistos que no los estamos aprovechando, en cambio nuestro vecino país Argentina, que cuenta con mayores reservas de gas de esquistos, ya está entrando decididamente a la explotación de estos hidrocarburos.
Por cierto que el Gobierno argentino con un excelente criterio, paga más por unidad de volumen obtenido (plan Gas Plus) a las empresas petroleras cuando los hidrocarburos son extraídos por métodos no convencionales y, por supuesto, paga precios que son superiores a los obtenidos por métodos convencionales, pero aún así los precios que paga a las empresas petroleras por el gas extraído de las lutitas bituminosas en su territorio son muy inferiores al precio que pagan por el gas importado por barcos metaneros o por gasoducto desde Bolivia.
Es posible que con una explotación intensiva de este gas de esquistos y cuando adquiera una mejor logística, Argentina llegue a mediano plazo a cubrir su demanda interna, que es grande y que presenta un crecimiento bastante significativo, lo que les permitiría prescindir del gas importado, tanto del criogénico transportado en barcos metaneros, como del boliviano, o quizá ofrecer a Bolivia precios de compra inferiores a los actuales.
Un panorama similar en cierto modo es el que se nos presenta en relación con Brasil. Es muy posible que una vez que desarrollen los nuevos campos encontrados costa afuera en estos últimos años puedan prescindir del gas natural que les exportamos, o al igual que en el caso argentino, ofertar precios bastante inferiores a los que obtenemos con los contratos vigentes.
Actualmente en Bolivia contamos con reservas muy bajas de petróleo y gas y como por otro lado tenemos una alta demanda externa contratada de gas natural y una creciente demanda interna, difícilmente podremos cubrir la demanda en el futuro mediato. Por otro lado en petróleo estamos con una producción decreciente, lo que nos obliga a comprar crudo y/o derivados a precios internacionales altos para poder cumplir con la demanda interna de hidrocarburos refinados líquidos, hecho que adicionalmente nos inhibe cumplir con la concreción de los planes de industrialización.
La solución está en incrementar la exploración y la explotación de campos convencionales hasta donde sea posible, mejorando los reducidos precios que se paga actualmente a las empresas petroleras por el petróleo nuevo recién descubierto y además hacer lo posible para poner en ejecución la exploración y explotación del gas y del petróleo contenido en los esquistos bituminosos existentes en el país, cuya explotación si bien es más cara es mucho más segura.
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