El artista ruso Wassily Kandinsky (1866-1944) está considerado como uno de los “padres” de la pintura abstracta. Sin embargo, lo que muy pocos saben es que las creencias esotéricas y sobrenaturales del pintor jugaron un papel fundamental en su producción artística.
Aunque las primeras creaciones del joven Kandinsky eran paisajes convencionales, no tardaría en añadir otros temas que estaban cargados de características simbolistas, o de escenas fantásticas sacadas del folklore y temas medievales. Sin embargo, y coincidiendo con el cambio de siglo, su arte se dirigió hacia otros derroteros.
INTERESES
Mientras evolucionaba como artista, Kandinsky comenzó a mostrar interés por prácticas y creencias poco ortodoxas —aunque muy en boga en aquella época—, y en especial por el espiritismo, curiosidad que compartía con su esposa Gabriele.
Sabemos que estaba muy interesado en lo que se conoce como “fotografía espiritista”, pues en su biblioteca se encontraron varios libros y revistas sobre esta temática.
Una de estas obras era “Animismo y Espiritismo”, de su compatriota Alexander Nikolajewitsch Aksakow. Además, también se conserva un ejemplar de la revista El mundo sobrenatural, de 1908, en la que había realizado numerosas anotaciones en los márgenes.
Sin embargo, es otro trabajo el que más influyó en su obra: el libro “Thought-forms” (un trabajo sobre el poder de los pensamientos), escrito en 1901 por los teósofos Annie Besant y Leadbeater. Y es que, aunque Kandinsky nunca llegó a formar parte de la Sociedad Teosófica, estuvo profundamente interesado e influido por las doctrinas de Blavatsky.
ESCRITURA
En 1911, Kandinsky escribió “De lo espiritual en el arte”, en cuyas páginas es evidente la huella que dejaron en él estas creencias. En el libro defendía la inminente llegada de una Nueva Era espiritual, en la cual la pintura debe jugar un importante papel.
En otro de los capítulos, Kandinsky explica cómo “la vida del espíritu puede ser representada gráficamente como un gran triángulo de ángulos agudos, dividido horizontalmente en partes desiguales, con el segmento más estrecho en lo alto”.
No sorprende esta vinculación del triángulo con el espíritu, si sabemos que en la obra de Besant y Leadbeater, las formas geométricas tienen una gran importancia.
COLORES
Kandinsky estaba convencido de que los colores podían ser utilizados como un lenguaje universal capaz de hablar directamente al alma. Así, el uso de unos colores determinados podía provocar en el espectador una respuesta emocional concreta.
Solo era necesario, según el artista, encontrar la clave correcta para “desatar” las cuerdas que oprimen el alma: “El color influye en el alma directamente. Los colores son las teclas, los ojos son los martillos, y el alma es el piano con sus numerosas cuerdas. El artista es la mano que toca, pulsando una tecla tras otra, para causar vibraciones en el alma”.
En las pinturas abstractas de Kandinsky influidas por la teosofía, las formas geométricas y los colores no representan objetos identificables del mundo físico, pero sí están reflejando “pensamientos, sentimientos y emociones definidas”.
Algunas de sus obras adquieren un profundo significado si intentamos “traducirlas” con el libro de Besant y Leadbeater. Así, el verde es “el divino poder de simpatía”; el carmesí, “afecto”; el rosa, “amor altruista” y el azul, “sentimiento religioso genuino”.
Kandinsky proponía también la necesidad de unir las leyes del arte y la naturaleza, una idea defendida por varios teósofos, y en especial por Rudolf Steiner, quien más tarde creó la Sociedad Antroposófica y también llegó a aplicar sus ideas esotéricas en la arquitectura.
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