El presidente de Alemania, Christian Wulff, renunció ayer tras verse salpicado por varios escándalos, complicando la situación política interna de la jefa de gobierno Angela Merkel, obligada a lidiar al mismo tiempo con la grave crisis de la deuda en la Unión Europea (UE).
El jueves en la noche, la Fiscalía de Hannover pidió a la cámara baja del Parlamento la suspensión de la inmunidad de Wulff, de 52 años de edad, sospechoso de corrupción.
Wulff anunció su renuncia desde el Castillo de Bellevue, sede de la presidencia en Berlín, quien admitió que la “confianza” de sus conciudadanos estaba “afectada”.
“Por esta razón, ya no me es posible ejercer mis funciones. Por esto dimito”, declaró Wulff, quien reconoció haber cometido “errores”, pero que no hizo nada ilegal.
Desde mediados de diciembre Wulff era blanco de las críticas de medios y de la oposición, acusado de haberse aprovechado de su posición en la presidencia regional de Baja Sajonia (2003-2010) para obtener ventajas financieras diversas y múltiples, y después de haber tratado de acallar dichos casos.