Desde la salida del sol hasta el ocaso, Oruro vivió un día de folklore, fervor y devoción. El Diario siguió este acontecimiento paso a paso. Arriba: la eterna diablada que continúa cautivando a los bolivianos con los brincos, el colorido y las renovadas caretas de hasta un metro. A la derecha la gracia de la mujer boliviana expresada en la danza de los caporales, que para este año lució nuevos atavíos; abajo la tradicional morenada con caretas cada vez más sofisticadas que arrancan gestos de admiración. Abajo, a la derecha, dos expresiones de la belleza femenina que encabezaron las danzas de la diablada y morenada.